Por Manuel Estévez

La primera canción que escuché en un bar en mis años mozos fue Burning Down The House de Talking Heads, las voces y las guitarras resonaron un tiempo en mi cabeza y hoy puedo decir que es una de mis canciones favoritas. Vi a David Byrne explicando las ventajas de transportarse en bicicleta el sábado pasado en un foro acerca del tema que era realmente un acto de del candidato a la alcaldía Enrique Peñalosa para mostrar su plan vial, y que estuvo matizado por chistes estrato 6 y algunas loas políticas.
Byrne apareció vestido en una forma muy sencilla y con su pelo completamente cano. Cuando habló, pretendí que cantaba cualquiera de sus canciones. El cantante vino a promocionar su libro Historias de Bicicleta y a invitar a reutilizar este vehículo, para así disminuir el tráfico automotriz y colaborar con el medio ambiente. En su exposición ilustró varios modelos de ciudad de artistas como Le Corbusier y nos compartió sus paseos ciclísticos por diferentes lugares del mundo, de una manera tímida y algo distraída. Hicieron una ronda de preguntas, algunas un tanto absurdas, luego de manera ligeramente apresurada se retiró de la sala y ante la advertencia de no abordarlo fui respetuoso y simplemente me acerqué un poco mientras entraba a un reservado y firmaba rápidamente un CD de alguien.

Estuve ante el genio creador de Talking heads, de sus maravillosos trabajos en solista, del sello Luaka Bop (casa musical de artistas como Los Amigos invisibles y King Changó), de numerosas instalaciones artísticas y de sus complejos trabajos con Brian Eno, mientras Byrne hablaba de las bondades de Transmilenio, de Peñalosa y de las bicicletas, ayudado por una sencilla presentación en Power Point; Pensé: es un señor distraído, no tan buen expositor. Igual fue bien bonito verlo en persona.
