Por Manuel Estévez

Los rockeros y los salseros tenemos cosas en común, estamos atados con nostalgia al pasado, la evolución de nuestra música ha estado ligada a la historia misma y estamos muy atentos a la calidad y/o autenticidad del producto que escuchamos. Salsa al parque, es un termómetro para ver qué tipo de propuestas que en torno a este género suceden actualmente. En esta edición, y luego de escuchar comentarios de gente que sabe de qué está hablando, el comentario general es que no hay orquestas propositivas que lleven la salsa a un lugar vanguardista, hay mucha reinterpretación y no tanta propuesta. Creo como citaba en algún comentario que la salsa se ha quedado en el limbo de la música culta o selecta e igual que el buen rock ha perdido terreno frente a propuestas populares como el vallenato o el Reggaetón.

Me gustó mucho la propuesta de Calambuco, y como coincidía con alguien no sólo presentan música sino espectáculo, su cantante luce prepotente pero me gusta que un artista sea desafiante y se exprese en público y esa mezcla de caleñidad llevada al extremo con buenos músicos genera un ambiente interesante y que reafirma el estilo de la banda.
No me gustó la organización del viernes, fue un cubrimiento difícil si le sumamos al inclemente clima. La Plaza de Bolívar no es el lugar para hacer este evento y menos mezclar VIP con prensa cuando unos van a divertirse y otros a trabajar. El acceso a la zona preferencial era difícil y salir a las ruedas de prensa imposible, detalles que hay que tener en cuenta. No pude asistir el domingo, pero estoy seguro que debió ser un evento mucho más manejable y ordenado

El cartel internacional estuvo lujoso y plagado de mitos vivientes de la salsa, sólo tengo para decir que se debió balancear más el cartel entre los dos días y no dejar huérfanos a los artistas que se presentaban en la media torta sin un par de estos famosos internacionales para cerrar la fecha y atraer público más público. La presentación de Bobby Valentín fue sobria y digna de un músico de su cartel, Rey Ruíz en lo suyo en la salsa pop, el jovial maestro Roberto Roena con una colada de gente joven hizo extrañar a la antigua Apollo Sound y Richie y Bobby definitivamente con sonido bestial.
