Por Manuel Estévez

Aún confundo esa mañana fría con la mañana en que murió mi abuelo, aunque tienen casi 2 años de diferencia.  Los recuerdos inmediatos de Innuendo retumbaban en mi mente, mi temprano descubrimiento del disco The Works, cuando niño no creía que existiera una canción más perfecta que Radio Gaga, y  los videos, las caratulas de los discos y los estrafalarios vestuarios, estuvieron presentes ese día en mi mente.  Luego en los homenajes conocí más música inédita para mí, y el clímax llegó con el concierto en el Estadio de  Wembley a cargo de Bowie, Def Leppard, Seal, Lisa Stansfield y otros héroes de mi infancia.

Canciones hubo para todos los gustos, algunas de amor: el himno al amor transformado Love Of My Life, la oda al amor imposible Who Wants To Live Forever, el dolor del amor It´s a Hard Life y el hastío del amor I Want To Break Free. Himnos del Rock: Stone Cold Crazy, We Will Rock You o Keep Yourself Alive. Una de las 10 canciones más importantes en la historia musical moderna Bohemian Rhapsody y un grito a la combatividad deportiva We Are The Champions

Desde su canción debut Doing All Right hasta su visceral despedida en The Show Must Go On o These are The Days of Our Lives, Freddie no sólo fue el cantante de Queen, también fue un símbolo de plasticidad, arte y talento. Es recordado por todos como un caballero y un ser humano excepcional, claro que también por sus excesos sexuales y sus extravagantes fiestas.

Hace 40 años Farrokh Bulsara cambió su nombre para facilitar su dicción y como un homenaje a su mamá, y hoy, después de 20 años de esa mañana fría que confundo con la de la muerte de mi abuelo, recuerdo a Freddie Mercury y  su gran voz, su piano, su talento, esos que me hicieron fijarme en la música como algo que va más allá de cuatro tipos tocando arriba de un escenario. El rococó y el detalle conjugados en una artista, un ser humano y el gran cantante del rock de todos los tiempos.