The Dark Knight Rises …y el mal ascenderá de las tinieblas

Por Daniel Bonilla

 

En muchas ocasiones la crítica de obras artísticas, no solo la cinematográfica, encierra un ejercicio velado de celebración. En otras, constituye un divertimento de críticos y amos del saber por dejar ver su erudición y su posición de superioridad frente al resto de los mortales para dictaminar casi de manera dogmática, qué es aquello que merece ser apreciado. Estas dos últimas semanas han aparecido alrededor del mundo cualquier cantidad de reseñas y críticas a propósito del estreno The Dark Knight Rises, última película de la saga dirigida por Christopher Nolan que inició con Batman Begins en el 2005 (valga la redundancia bilingüe) y continuó con The Dark Knight en el 2008. La gran mayoría de esas críticas han sido favorables, pero también están las disidentes hasta rayar casi en la militancia en contra de la versión de Nolan del universo del hombre murciélago. Lo que queda evidenciado es que para exponer alguna posición sobre este asunto, se puede caer en un exceso de admiración, en una labor de sabueso para descubrir fallas técnicas o de la historia misma, o en la a veces sin sentido vocación de comparar. Y esto último sí que ha abundado, no es un secreto que el listón quedó muy arriba al final de la segunda parte de esta saga, en gran parte por la gran interpretación del Joker que hizo el fallecido Heath Ledger, así que muchos no tuvieron más remedio que valorar The Dark Knigh Rises por la contundencia de su villano principal tomando como referencia el Joker de Ledger. Todos tienen derecho a comparar, pero si hay algo claro es que en el universo de Batman y Ciudad Gótica, Bane y Joker son dos personajes completamente distintos, y en eso hay un acierto por parte de Nolan, porque cada uno de los villanos incluidos en esta saga, Ra’s al Ghul, el Espantapájaros, Joker, Dos caras, Selina Kyle, Bane, y por supuesto también los jefes de la mafia de Ciudad Gótica, tienen tantas características especiales que sus motivaciones y puesta en escena resultan completamente diferentes entre sí. Cada uno actor de un universo caótico particular.

Tal parece ser que esta efectivamente fue la película que Christopher Nolan quiso hacer, en tanto todos sus requerimientos técnicos y de presupuesto fueron satisfechos a plenitud por la casa Warner, y por eso resulta de una espectacularidad desbordada, con un exquisito como grandilocuente despliegue de efectos visuales. Pero así como ya lo advertíamos en las anteriores películas de esta saga (y por qué no decirlo, en Inception), no es propio de Nolan sacrificar la historia a un despliegue de efectos que terminan siendo, simple y llanamente, una pretensión efectista, como ha ocurrido con un sinnúmero de películas de acción que cuentan un y mil veces la misma historia, los mismo conflictos y que ganan público por cuanto su puesta en cámara resulta un despliegue de efectos que raya en el delirio megalomaníaco de poner en pantalla tanta destrucción como sea posible.

The Dark Knight Rises no es una excepción a esa manía destructiva que Hollywood hizo una marca de estilo de muchas de sus producciones, esto no es un secreto, ya desde los tráileres promocionales estamos advertidos que Gotham caerá, como Roma o Constantinopla en su momento, y será reducida a cenizas, pero ello en ningún momento va en desmedro de lo que viven los personajes dentro de ese escenario casi apocalíptico. Si en Batman Begins se nos contaban los orígenes de nuestro héroe, y en The Dark Knight asistíamos a un dilema moral que daba como resultado una historia de corte trágico, aquí tendremos a Batman llevado al límite de las escasas fuerzas que le quedan, lleva ocho años retirado del oficio y está fuera de forma, además de tener que enfrentarse con alguien que lo supera por mucho en fuerza y astucia, y que emulando sus métodos, se alza como una réplica malvada del murciélago.

Este cuadro antagónico logra que la película nunca baje la guardia en su intensidad, las casi tres horas de duración pasan como un suspiro y no se sienten, pero aun así, tenemos al frente un guión construido con la precisión de un cirujano. Por supuesto, hay detalles que pueden interpretarse como fisuras, y allí han depositado los detractores todas sus críticas adversas, pero esos vacíos también pueden interpretarse como insinuación de elementos que el espectador debe completar o reacomodar. Nolan ya lo había hecho en las dos películas anteriores y su grandeza radica principalmente en que supo aprovechar esos detalles no desarrollados para alimentar esta tercera película. Muchas de las incógnitas que quedaron se resuelven en este capítulo final de la historia. Además, cómo dar una idea de complitud en tres películas a un universo que los cómics han edificado durante décadas y en el que siempre han quedado aristas que dan pie a nuevas historias. Por otro lado, la ambición de Nolan no radica en llegar a la verdad absoluta sobre el personaje, sino en dar una pincelada a lo que muchas otras manos seguirán delineando.

El caso es que para muchos esta será la mejor conclusión posible a la saga, y lo dirán con justeza, porque no solo le devolvió a Batman esa condición humana que al parecer había sido desplazada por su condición de superhéroe. La sensación que queda al final es de reivindicación, porque Batman no puede ser el único héroe, que hay algo dentro de cada uno de nosotros que clama por justicia pero que a veces los esfuerzos individuales son insuficientes y requieren de voluntades colectivas. Más que una película de superhéroes The Dark Knight Rises es el enfrentamiento entre dos ejércitos, y hay una lectura muy profunda por lo que en esta sociedad significa la desigualdad a todos los niveles. No en vano, esta es una película que se cuenta bajo tierra, en las alcantarillas, en la oscuridad, pero no solo es el mal lo que desde allí ascenderá, es la fuerza imparable de un mito que, como todos sabemos, no se sostiene en la figura de un solo individuo sino en la potencia de lo colectivo. Por eso esta película es épica, porque un héroe debe ser la voz de todos los que no tienen voz, no una figura mediática estereotipada. Tal vez esa es la razón por la que esta saga de Batman es considerada por mucho la mejor historia de superhéroes contada jamás en el cine.

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