Por Manuel Estévez
Muchas veces me he preguntado cómo ayudar a los demás de una forma real. ¿De qué diablos le sirve a alguien saber la historia del Rock? ¿Cómo puede una canción cambiar realmente la vida de alguien? ¿Qué puedo hacer como periodista o artista por la gente? Esas y otras preguntas las respondió para mí Waste land, documental de Lucy Walker sobre el regreso del artista Vik Muniz a su natal Brasil, para realizar un trabajo artístico y social con las personas que trabajan en Jardim Gramacho, el basurero más grande de Latinoamérica y sitio donde llegan los desechos de la ciudad de Río de Janeiro. Luego de verla, llegué a mi casa y lo primero que hice fue encender mi computador, buscar a Vik Muniz y escribirle felicitándolo.
Vik Muniz, es según sus propias palabras, el artista más cotizado de Brasil en el exterior. Nació en Sao Pablo, pero su carrera lo ha llevado a vivir en Nueva York. Su obra es cercana a la modificación de otras obras mediante el uso de diversos materiales u objetos. La realizadora de documentales británica Lucy Walker, es reconocida por aplicar técnicas dramatúrgicas en ellos de una forma muy propia. Ha sido nominada dos veces al Premio Óscar (por Waste Land y Tsunami and The Cherry Blossom).
Los catadores, son los recolectores del basurero y forman una sociedad interna. Cada uno con su historia personal, sus alegrías, tristezas y con múltiples facetas. Tiaó, el joven presidente de la asociación de recicladores; Zumbi, el intelectual; Suelem, la niña mamá que se niega a prostituirse; Isis, traída por la tristeza a Gramacho. Irma, la cocinera. Valter, el pensador y Magna, la responsable de su hogar, son los personajes/modelos/trabajadores que Vik utiliza para hacer sus fotografías y quienes posteriormente le ayudan a modificarlas utilizando basura. Además, todo el dinero recaudado con esta serie de ‘Historia de la basura’ se donó a la gente del basurero.
La música tiene elementos de música electrónica y cierra con una canción de Moby, amigo de la realizadora. La cinematografía es más bien sencilla, pero efectiva y logra ser un elemento que no nos distrae de la poderosa historia.
Este es un documental crudo y real. A la vez es una pieza de alquimia, de transformación, de amistad. En un momento llega a la duda ética de medir hasta donde podemos intervenir en la vida de los demás, la resuelve con naturalidad. Esta es la tierra devastada, pero la vida surge a cada día, un lugar donde las historias se mezclan con la basura y donde las oportunidades llegan de formas que jamás esperaríamos. Como decía Valter “99 no es 100”.
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