Amanecer parte 2. El fin del juego

 Por Zully Pardo

Fotografía cortesía Cine Colombia.

Un poco más de un año tuvimos que esperar para la segunda entrega de Amanecer. Nos quedamos con esa inolvidable escena de Bella (Kristen Stewart) reviviendo de la muerte, retomando fuerzas y adquiriendo ese inconfundible color de ojos de los vampiros. También con la idea de esa bebé (Renesmee), mitad vampiro, mitad humano, que por poco acaba con su madre.

Hoy, al fin, Amanecer parte 2 está en cartelera y en tan solo 26 horas los reportes hablan de $71.2 millones de dólares recaudados en Estados Unidos y $91 millones en otros países demostrando que la fiebre vampírica tiene aún adeptos. Es apenas lógico, pues después de cuatro películas ninguno de los fans querrá perderse el final de la saga. La historia, por ahora, no acaba con la “feliz familia vampiro”.

Esta película, dirigida por Bill Condon —quien también fue el director de la primera parte y de otros filmes como Gods and Monsters o Kinsey— contó con el libreto de Melissa Rosenberg, quien ha escrito cada una de las adaptaciones de la saga Crepúsculo, y con la producción de la misma autora de la saga: Stephenie Meyer.

La transformación de Bella es una de esas imágenes que muchos de los lectores de la saga esperábamos ver en la película: su incomparable fuerza, el instinto vampírico que de alguna manera siempre la acompañó y, lo más importante, saber si a pesar de esa transformación Edward (Robert Pattinson) seguiría enamorado de ella pues, recordémoslo, Bella era para Edward—en palabras de Aro Vulturi en Luna NuevaLa tua cantante, es decir, ese tipo de sangre que lo enloquecía. Una vez Bella deja de ser humana, la sangre deja de correr por sus venas pero, a pesar de esto, esta pareja sigue inseparable.

La otra gran sorpresa es la impronta de Jacob (Taylor Lautner) hacia Renesmee. Situación que soluciona definitivamente el incómodo triángulo de amor Bella-Jacob-Edward de las entregas anteriores.

La esencia de esta película radica en el enfrentamiento entre el malévolo clan de los Vulturi (La realeza de los vampiros) y los Cullen y sus aliados, entre los que hay licántropos, vampiros “vegetarianos” y chupasangres comunes. La razón: la pequeña Renesmee, pues es confundida con una niña-vampiro y la creación de una criatura de ese tipo es vetada por los Vulturi y castigada con la muerte.

Muchas piezas se mueven en este juego de ajedrez (como lo muestra la cubierta del cuarto libro de la saga) y la mayoría son invisibles o inexplicables  en la adaptación cinematográfica, como la alianza entre licántropos y vampiros (una situación impensable en las entregas anteriores), el liderazgo de Jacob en su clan, la desaparición de Alice y Jasper o las identificaciones falsas que son entregadas a Bella para la fuga de su hija con Jacob. Por esto es probable que un espectador que haya leído el libro se conecte más fácilmente con la película.

Aunque es una película con mucho potencial en taquilla, las actuaciones de la mayoría de los personajes dejan mucho que desear. Muchos de ellos, vampiros invitados, se mueven con dificultad y escasamente hablan, de forma que sus apariciones parecen gratuitas y como si se necesitara “hacer bulto” para que el enfrentamiento con los Vulturi pareciera más real.

Bella se ve mucho más adulta y madura, pero desconectándose de esa esencia suya que nos acompañó en las otras películas: la torpeza, timidez y descomplique que solo vuelven al final de la película. Edward, en cambio, parece mucho más natural.

A pesar del brusco giro argumental en medio de la batalla (en el que no profundizo para evitar los spoilers), Amanecer parte 2 es, sin duda alguna, una película que será entrañable para cualquier fan de la saga y la escena de cierre es, seguramente, el broche de oro que muchos esperaban.

 

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