Por Manuel Estévez

Hace unos años hice un programa radial sobre el fin del mundo. Programé música para una hora antes de que se bajara el telón y me ubiqué ficticiamente en una bodega abandonada con licor y otros paliativos. Sonó Talkings Heads, Slayer, REM (obviamente) y cerré con un nostálgico ‘My Way’ de Frank Sinatra. Hoy que estamos a pocos días de la anunciada y mediática fecha quiero hacer una reflexión en torno al tema en lo social y cultural.
Es notable el cambio que el mundo ha tenido en los últimos 10 años. El vértigo se impone y la sociedad avanza a una velocidad en la cual el hoy se terminó antier. Este mundo se “acaba” con graves problemas en lo educativo, los servicios públicos, la lucha contra la corrupción y en la forma como se aborda la cultura. Lo mediático se impone en una muestra de doble moral cuando de independencia se habla. En mi caso he observado cómo el público del cine y la música cree que apoya lo contracultural pero está sesgado a lo que los grandes medios le ofrecen y se vive una «comercialidad» disfrazada de independencia en la mayoría de los casos. Una cultura sin identidad individual, que busca masificar. Si antes era propio sacar copias de lo exitoso, hoy en día no hay que sacar copias, ya todo es una copia. Hace falta creer en la diferencia, según Andrés Gómez, director del festival Vive Latino, ahí está la clave.
Veo una sobre oferta de eventos, de variedades, de entretenimiento y no un verdadero acercamiento a lo cultural. Como me dijo Robbie Williamson, integrante de la banda californiana Dreamers, “la cultura Hipster impone a personas vestidas igual que de forma esnobista buscan consumir el mismo tipo de cosas”. La cuestión es que ahora un gran porcentaje de la cultura se califica por moda y no por gusto personal. Las personas que pensamos diferentes somos vistas como anticuados, retrógrados o simplemente es que no sabemos lo que es bueno. Además se exigen posturas liberales por el sólo hecho de ser joven, eso es ridículo.
Puedo aceptar que soy anticuado en mis gustos. Para mí no es lo mismo escuchar el nuevo disco de Van Halen (que me parece malo) a escuchar uno de sus discos clásicos, de esos que dieron pautas novedosas en el sonido de la música Rock de los ochenta. Madonna hace música similar a la de Justin Bieber, usando hasta los mismos sonidos de teclado, pero obvio, busca entrar en el mercado joven. Incluso me he rehusado a ver el nuevo video de los Rolling Stones, me da pereza. La verdad hoy en día todo suena igual. Se hace música para pegar un tema en un iPod, por lo tanto volvimos a los estándares de duración la música pop de hace 30 años y estamos invadidos por montones de grupos “independientes” que se nos ofrecen de la misma forma que lo comercial pero sin un presupuesto alto. Masterizar un disco se ha vuelto una competencia de volumen y se ha perdido la esencia de que algo suene por sí mismo. Recuerdo al desaparecido humorista Bill Hicks decir que el rock se había jodido porque le faltaban drogas. Yo creo que le faltan drogas a los productores, empresarios y al público también. Creo en mi humilde opinión que falta una verdadera rebeldía, el mundo no se arregla con frasecitas bonitas ni optimistas, se expone y se narra diciendo la verdad y cómo podemos contrarrestar las cosas negativas de una forma real. Y de eso queda poco en nuestros artistas contemporáneos. Decir que está mal no es suficiente.
Otro tema importante es el del apoyo versus calidad. Siendo realistas hay muy pocos grupos de rock en Colombia que realmente vivan de una manera digna de su música, podríamos hablar de Bomba Estéreo, Systema Solar y algunos otros. Yo mismo viví de la música pero haciendo todo el recorrido desde docente hasta sonidista, nunca sólo de componer y tocar. Seguramente he fallado en hacer música más atractiva, tampoco toda la culpa es del público. Lo cierto es que tanto en la música como en el cine independientes nos ha faltado saber vender mejor los productos y cautivar a la gente. Películas y grupos musicales interesantes han sido menospreciadas por no tener un buen manejo en su prensa y difusión. Como ya dije antes lo mediático nos ha ganado el pulso de convocatoria. Vender un disco ya no es igual que antes y me atrevo a decir que cuando se conforma una agrupación musical hay que tener objetivos muy claros y estar preparado para hacer muchas tareas distintas a lo meramente musical. Grabar y prensar un disco no es sino un porcentaje del trabajo que se debe realizar. Lastimosamente en nuestro medio el rock aun es visto como un hobby, prueba de eso es que en cinco años el reggaetón hizo rica y famosa a mucha gente, mientras en 40 años de rock eso aun no se logra. Se habla del crecimiento de la industria musical del rock en Colombia, pero yo no veo que esa industria repercuta en condiciones buenas de trabajo para la mayoría de los músicos. Hay que trabajar muy duro en eso. Todos soñamos con dar un paso a la gloria con el arte y en este momento de inmediatez no es tan sencillo. Es más práctico pensar paso a paso y saber que siempre habrá alguien más a quien ganarle. Eso sí, disfrutando cada pequeño triunfo al máximo.
Para muchos el 21 de diciembre quedaran atrás los falsos elogios, las mentiras de los medios de comunicación, las felicitaciones mutuas, los amigos de los amigos, las conveniencias, la música independiente, la música comercial, este servidor y ustedes. El mundo atraviesa en una crisis social, política y ética. Ya no se sabe qué es bueno y qué no. Hay que ser millonario para acceder a un servicio decente de salud. Dudamos si traer un hijo es justo (Ya no traen el pan debajo del brazo). No se puede confiar ni en el gobierno de tu país. Lo que sé hacer y me gusta no es valorado. Y no es que el mundo haya sido una maravilla, somos una sociedad basada en la guerra y el pillaje desde el principio de los tiempos pero mucho más expuesta ahora. A veces pienso que no hay que temer al fin del mundo porque el mundo cambió y todo lo que conocíamos y creíamos conocer se acabó hace rato.
