Por Redacción Sono
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En 1985 el director Leopoldo Pinzón presentó una película que abordaba temas de género, machismo, violencia sexual como arma de guerra, discriminación, clasismo y todo aquello que ha sido intentado erradicar y corregir de nuestra sociedad pero que aun se mantiene tristemente más vigente que nunca.
Pisingaña cuenta la historia de una joven campesina que tras ser víctima de una violación grupal por unos soldados y ver cadáver decapitado de su padre es desplazada a la ciudad donde consigue trabajo como empleada doméstica y es seducida por el señor de la casa, el cual a su vez es maltratado por su jefe en el trabajo. Todo en un contexto de machismo y morbo hacia la mujer y clasismo aceptados socialmente para mediados de los años ochenta.
A sus 14 años, la actriz Judy Pedraza representó a la protagonista de esta historia plagada de escenas realmente fuertes, violentas, sexuales y de una índole que hubiese sido muy complicado filmarlas actualmente por los temas de protección a los menores. Hablamos con ella en la proyección de la versión restaurada de la película en el marco de las actividades alternas a los Premios Macondo al cine colombiano.
¿Cómo era rodar estas escenas tan fuertes siendo menor de edad? ¿Cómo se manejaba el tema en esa época?
La verdad no recuerdo mucho porque tenía 14 años y no estaba muy metidaa en el tema. Mis papás conocieron a Leopoldo y al ver el contenido de la película no tuvieron ningún inconveniente.
Tuve una preparación especial, no era yo una actriz con formación, había hecho un papel pequeño en La Abuela, otra película del mismo director. Esto era asumir una responsabilidad enorme con toda la seriedad y profesionalismo.
Guardo un muy buen recuerdo de esto, gracias a mi padre, que estuvo en cada escena de la película.
El tema de la mujer como trofeo sexual en la guerra está muy presente. ¿Cómo ve esto treinta años después?
Estamos en un momento en el cual estamos sanando, es un proceso difícil. El tema marca mucho a las víctimas. Siendo simplemente una actriz que representó este papel es complicado superarlo, no a nivel traumático, pero vuelvo a ver la película y me impacta.
Creo que las cosas no han cambiado. Las marcas y cicatrices quedan. No sé cómo se podrían superar y creo que estas cosas quedan, pero la reflexión puede ayudar.
La película presenta un montón de cosas políticamente incorrectas ahora que eran aceptadas en ese entonces. ¿Cómo compara las sociedad actual con la de los ochenta?
Estamos en un momento de apertura, de verdad, ya no se calla tanto. Esas cosas siempre han sucedido pero ahora las sentimos más porque se evidencian más. Las mujeres nos atrevemos a hablar y decimos cuando hemos sido víctimas de acoso o cualquier tipo de violencia. Tristemente la veo muy actual.
Se presenta a los campesinos como una masa que no habla, no protesta, muy estereotipada para la época. ¿Como veían esto ustedes?
35 años después te puedo decir que mi personaje no hablaba tanto pero cuando hablaba era muy puntual. El hecho de estar silencioso no te hace pasivo y en algún momento tomas decisiones. Los campesinos puedes ser callados pero tienen muy claro lo que quieren.
La música de la película me impactó desde que era niño. Todo el cine colombiano tenía guabinas y pasillos y esta apela a la música concreta, muy oscura y disonante. ¿Por qué cree que la musicalizaron así?
Por la historia. Es tan dura y tensa que no aguanta un hermoso bambuco colombiano. Representa los sentimientos de cada personaje en cada momento. La música reafirma los sentimientos confusos y disonantes que tenemos los colombianos.
Agradecimientos a Ricardo Acosta.
