Palabras, palabras, palabras, un texto dramático

Por Manuel Estévez

@sonoadicto

delon
Alain Delon y Dalida. Foto tomada de Flow Art Station.

Hace unos días reflexionaba sobre las características emotivas de la música y cómo estas definen directamente el público que la consume. El dramatismo es algo muy arraigado y que se ha perdido en la cultura popular, ya nadie se desgarra el alma por la partida del ser querido, a lo sumo abre Tinder y busca con quien pasarla bien.

Dalida fue una cantante que vivió en el drama y del drama. Su vida, por momentos, escandalosa, oscura e imperfecta, fue quedando plasmada en cada una de las canciones que grabó. Recorrió el pop, la canción italiana, la música tradicional y alcanzó el estrellato en América con la música disco.

Dalida, dirigida y escrita por Lisa Azuelos, es un biopic que cuenta la atormentada historia de Iolanda, nombre verdadero de la artista. Una mujer que encontró en los hombres y la música las dos pasiones que marcaron su vida. Personalidades complejas como Luigi Tenco, cantante que se suicidó al sentirse incomprendido, o el dudoso ocultista Richard Chanfray, fueron sus amantes.

Muchas canciones de la mal llamada música de plancha acompañan esta narración, estas ganan fuerza a medida que avanza la historia. Varias composiciones que fueron traducidas del italiano y el francés al castellano y conquistaron iberoamérica.

Ahora el género de la película es un tema complicado. La película no tiene un guión muy elaborado y mantiene un ritmo único. Los biopics de artistas son en general relatos a grosso modo de la vida y hazañas de estos por obtener sus logros. Este es más cercano a la versión de Jim Morrisson de Oliver Stone, donde el héroe va sin esfuerzo ni rumbo fijo siendo él mismo su peor obstáculo, pero no se profundiz en el cotidino del ser humano.

En conclusión, es una historia dramática con excelente musicalización pero pudo ir más allá. Dalida fue una figura de su tiempo, una mujer polémica para su momento y capaz de dar todo para lograr sus hedonistas pretensiones. Era una mujer imposible de complacer y dueña de su propio mundo que jamás habría soportado el paso del tiempo en su cuerpo.

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