Por Manuel Estévez
@sonoadicto
Cuando tenía 12 años viajé con un tío en auto por Illinois, Missouri y otros estados gringos. Comí verdaderas hamburguesas de carretera, fui atendido por pintorescas camareras y me conecté con ese lado medio oculto de la USA. Recuerdo un país de gente sencilla, amable, poco informada y atada a su vida cotidiana.
Tres Anuncios por un crimen presenta el Estados Unidos rural que antes el cine nos negaba por ser considerado tedioso o de mal gusto. Hoy en día el ciudadano del común resulta un gran personaje. Esta es una comedia negra y al mismo tiempo un drama muy poderoso, es muchas cosas a la vez. Ahí radica su locura y su diferencia.
Realmente me conmovió la actuación de Woody Harrelson, aunque no abandona su personaje recurrente de hombre rudo con un lado amable, aporta equilibrio a la historia y realmente pesa. Sam Rockwell y Frances McDormand están bien para mí pero en lo personal me quedo con Woody. Chévere también el trabajo de Caleb Landry Jones y Peter Dinklage.
El director y dramaturgo Martin Mcdonagh ya nos había sorprendido con la joya policíaca Perdidos en Brujas y nos había divertido con Siete Psicópatas, ahora se arriesga con una obra que navega entre aguas diversas y que incluso hubiese sido posible presentarla como una obra de teatro. Por momentos recuerda mucho al cine los hermanos Coen.
Se siente por momentos un poco confusa de sentimientos: si, como esa novia indecisa que en el fondo no lo quiere a uno. Uno no sabe si es para reír o llorar. Trata historias desgarradoras cruzadas por humor negro, bien negro e incómodo. Todo en medio de un pueblo retrógrado y prejuicioso. Un montaje muy sofisticado y clásico en lo dramatúrgico.
Deja el desarrollo a criterio del espectador, dándole pistas (algunas falsas) y brindando puntos de giro para dinamizar la historia y permitirle otras posibilidades creativas. Un juego permanente entre lo denso, lo ligero, lo violento y lo reflexivo con un final un tanto extraño.
