Isla de perros, aventuras a lo Anderson

Por Manuel Estévez

@RevistaSono

Existen dos cualidades, que podrían considerarse snob, pero admiro en las personas. Por una parte el amor a los animales. Merecen nuestra consideración. Están indefensos y no se pueden defender ni comunicar. La otra cualidad si que es muuy snob. David Bowie, Paul Gilbert o Marty Friedman son artistas occidentales que han encontrado su inspiración artística o han resuelto su vida en Japón. Creo que lograr entender y adaptarse es especial. La estética japonesa es inquietante, oscura (en medio de su aparente ingenuidad), cruda, se acerca a lo espiritual y está presente en toda la cotidianidad.

No digo que Wes Anderson en Isla de Perros haya descifrado la cultura japonesa pero sí se tomo el tiempo de mostrarnos elementos culturales, tal vez estereotipados, pero presentados de una manera muy bonita, como ya es el estilo de este director.

Es una película sobre perros, como su nombre lo indica (humor Wes Anderson). Me recuerda las palabras de Fernando Vallejo en el sentido que muchas veces los animales tienen cosas más interesantes que decir que muchos humanos y que cuando ladran hay que callar y dejarlos hablar.

Es una jauría de actores talentosos y reconocidos, algunos recurrentes en la filmografía de Anderson como Bill Murray, Tilda Swinton o Jeff Goldburn. Se extraña a Owen Wilson y Jason Scwartzman (no actúa pero coescribe la película). Scarlett Johanssen, una de mis actrices favoritas de voz, Harvey Keitel, Edward Norton, Bryan Cranston, el legendario (para mí y el director) Fisher Stevens, Ken Watanabe y la gran artista Yoko Ono, entre otros, interpretan papeles grandes, pequeños, importantes, desapercibidos, determinantes.

Es una película políticamente comprometida, lo cual no es tan usual en la obra de Anderson. No sólo habla de perros, habla de corrupción, de segregación, de crítica a la massmedia.

La animación es muy hermosa y apela, como ya lo mencioné, a muchos elementos de la cultura japonesa. La pintura de Hokusai, El teatro kabuki, la comida, la caligrafía, la publicidad. No en vano están involucrados Roman Coppola, segundo director de Lost In Translation, donde actúa Kunichi Nomura, coescritor de Isla de Perros. Alexandre Desplat logra un trabajo musical muy diferente a lo que ya le conocíamos con estos silbidos revolucionarios (que por un momento sentí parodiando a Los Juegos del Hambre) sobre una marcha militar.

Recientemente, Bill Murray, quien tiene fama de ser difícil en el set, dijo que le gusta trabajar con directores que realmente entienden lo que es trabajar y no le gustan los dictadores, citó a Wes como uno de esos que entienden la labor. Y tiene razón, Anderson logra tener un sello en cada una de sus películas. Comedias bellamente decoradas, llenas de recuerdos y anhelos visuales de la infancia. Wes, en esta ocasión me recordó Moonrise Kingdom pero más sofisticada y con una cantidad de trabajo tremenda. Es un producto profundo y la vez familiar.

PD, como tuve problemas para titularla estuve a punto de bautizar este texto Toma mi dinero Wes Anderson.

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