Reflexiones desde la oscuridad

Por Manuel Estévez

@sonoadicto

800.000 personas se quitan la vida anualmente en el mundo. El país con mayor índice de suicidios es Groenlandia. En Colombia hay dos intentos de suicidio cada hora. Los suicidas colombianos son en su mayoría hombres adolescentes entre 15 y 19 años. Antioquia es el departamento donde más sucede, Bogotá ocupa el tercer lugar. Las enfermedades incurables y dolorosas, la depresión y los estados de psicosis son las tres razones que los expertos señalan para suicidarse.

Anthony Bourdain se sumó a una larga lista de suicidios de famosos. El hombre con el trabajo que todos envidiábamos se hartó de eso que tanto nos emociona: viajar, beber, comer, fumar la mejor hierba, ser guapo, adinerado, culto, prestigioso, tener una novia hermosa, la fama y todo lo que un personaje como él podía tener.

José Asunción Silva se disparó, tras pedirle a su médico que le dibujara dónde quedaba el corazón, luego de despilfarrar la herencia de su familia. Ian Curtis se ahorcó al verse obligado a su corta edad a ser padre de familia, lo cual no iba en coherencia con su naciente carrera de estrella de rock, y estar enamorado de otra mujer diferente a Deborah. El autor japonés Yukio Mishima se suicidó como protesta política. Razones hay muchas.

En nuestro medio, recuerdo con mucha pena las muertes de Oscar, bajista de Hartos de estar hartos, y de Mario Espanto, guitarrista de Cuatroespantos. Ambos amigos, vitales y mamadores de gallo. Muchachos valiosos que tomaron su decisión y dejaron gratos recuerdos. Jamás los voy a juzgar.

Hay suicidios que han conmovido a toda una generación. Kurt Cobain fue la punta de la última ola verdaderamente original del rock: el grunge. Un estilo que iba más allá de lo musical y que acercaba a los artistas al público, demoliendo la imagen de rockstar. Su música mostraba lugares cotidianos y marginales con cierta esquizofrenia, la de un chico pobre sin un aparente futuro. Eso cautivó a muchos jóvenes y de ahí que su muerte se llevó un pedazo de cada uno de sus fans al más allá.

Volviendo a Bourdain. ¿Puede ser una vida tan banal como para que se agote el deseo por vivir? ¿Añoramos cosas que no valen la pena realmente? ¿Es este momento de bombardeo de consumismo la respuesta a nuestras dudas existenciales? ¿Se puede ser infeliz teniendo todo?

Sólo Anthony, donde esté, sabe sus respuestas o quizás se formule unas preguntas nuevas. Lo valioso es saber acallar las voces, tener claro nuestro camino y metas. Seguramente Bourdain no habría sido feliz siendo Manuel Estévez, o quizás sí. Tal vez si hubiésemos intercambiado roles por unos días los dos estaríamos un poco más felices.

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