Por Manuel Estévez
@Sonoadicto
El cine de terror pasa por un momento interesante. Películas como El Conjuro, La Bruja o Insidius han logrado atraer a un nuevo público y tener visos muy altos de calidad fílmica y artística. Si bien la corrección política abunda, en contraposición con la total anarquía del género en los setenta y ochenta, hay un estilo contemporáneo que bebe de los clásicos y se desarrolla con cierta naturalidad.
Hereditary es la tercera película del joven director y escritor Ari Aster. Es una historia con constantes puntos de giro, una muy buena ambientación, actuaciones bien logradas, un destacado trabajo en la música, bien pensada y momentos intensos de terror puro.
Es un trabajo cuidado y sencillo. Tiene claros referentes en Lynch, Kubrick y por momentos me recordó la primera temporada de True Detectives y el video Indigo de los ingleses Moloko. La dirección de arte raya entre lo casero y lo tenebroso y ahí es efectiva para asustar y tensionar. La edición es muy ingeniosa.
Tony Collette interpreta un papel de carácter bien llevado y con matiz. Alex Wolff calca una especie de Donnie Darko correctamente actuado que cambia totalmente para el clímax de la película. Gabriel Byrne no sorprende. La niña Milly Shapiro tiene una fisonomía particular, que, sin ánimo de ser cruel, es idónea para el papel.
Creo que es el ritmo y la narración lo que fallan. Tiene dos actos, el tercero no se consolida nunca. Se demora mucho en empezar, tiene un sentido raro del tiempo, eso es bueno, pero confunde un poco y no da tiempo de definir los personajes y los giros. Todo pasa de manera desconectada.
El Legado del diablo, título en español, no la representa. La hace ver como cualquier otra de las películas malas que llegan a cartelera. Hereditary suena mucho mejor. Es tensión pura, simbolismo, estética a la antigüita, actuaciones logradas y una mirada alternativa. No es El Exorcista, pero es una película bien hecha, distinta y a la que se le pueden encontrar detalles interesantes.
Actualmente en cartelera.
