Por Manuel Estévez
@sonoadicto
Durante años hemos visto grafitis o frases motivacionales que hablan de la actitud punk y que el punk nunca muere. Cada vez que estamos cortos de plata, que nos toca almorzar cualquier cosa o que queremos justificar algún acto que atenta contra las buenas costumbres invocamos dicha actitud punk. Lo cual siendo francos no es lo mismo a la tendencia punk, la postura política y menos a la música.
La llamada música de garaje nació en Estados Unidos. Generalmente bandas que saturaban los amplificadores y cantaban en contra de la sociedad sin medirse en la manera de cómo expresaban su descontento. También podemos citar a bandas como los ingleses The Who que debieron calmar su manía de romper instrumentos ya que se estaban arruinando a pesar de sus buenas ventas y afluencia a conciertos.
Agrupaciones como Los Ramones pretendían hacer música y debido a sus limitados conocimientos y desbordada energía acabaron sus canciones reduciendo a términos minimalistas. Ahí nació el punk como género. Juglares que cantaban sobre el diario de las calles sin poner censura en sus temáticas y que conectaban de manera directa con toda una generación.
Cuando la música llegó a Inglaterra se presentó como la perfecta oposición a las elaboradas e interminables canciones de Pink Floyd o Emerson Lake and Palmer.
Fue en Londres que se creo la tendencia y la moda. Malcolm Mclaren, manager de los Sex Pistols, y su esposa, la diseñadora, Vivienne Westwood. Hicieron de su tienda de ropa epicentro de la cultura punk. Ganchos nodriza, chamarras, tela escocesa y crestas, se convirtieron en símbolo de este movimiento que empezó entre los jóvenes de clase obrera y luego simplemente se desbordó por todo el mundo.
El punk murió como música y tendencia para muchos jóvenes europeos hacia 1980. La aparición del postpunk, el gótico y el metal sedujo a nuevas generaciones, tanto de melómanos como de fashionistas. Y el punk se fue aun más al underground y se popularizó en otros países y continentes donde mutó y se fusionó.
Políticamente, está más ligado a la izquierda que a la derecha. Teniendo casos tan interesantes como el punk cubano de derecha que se opone al comunismo de la isla. Y que en casos extremos se autoinfectaron de SIDA como protesta y para obligar al Estado ha reconocerlos en su condición y mantenerlos.
A mí parecer llamar a la Pussy Riot una banda punk no es correcto. Primero, se debe aclarar que antes de un grupo musical son un colectivo feminista conformado por muchas personas. Hecho que les costó la cárcel a sus líderes por hablar contra Putin, lo cual claramente denuncia la limitada democracia reinante en ese país.
En su faceta musical, pueden manifestar actitud punk en su manera contestataria de afrontar sus letras. Salvo algunas canciones con sonoridades punk, su estilo musical navega entre el pop, elementos del trip hop y mucho del indie de moda.
Para concluir. Su mensaje es punk, su actitud puede llegar a ser punk, tienen algunas canciones punk. Pero no son una banda estrictamente punk. Creo que a veces tratamos de justificar todo con el punk: las carencias, las letras protesta, la actitud política, el deseo de romper las reglas y los malos músicos. Pero para exigir lo justo, tener actitud y presentar una postura con la vida no requiere ser punk, mejor ser consciente. Y eso si que lo debemos tener claro. Siempre, seamos punks o no, hay que hacer valer nuestros derechos.
