De Marduk y otros demonios

Por Manuel Estévez

@Sonoadicto

Todo este tema de Marduk me recuerda cuando era adolescente. Hicieron un concurso para llevar a la banda española Hombres G al colegio. Tocaba recolectar tapas o algún producto y la institución que mayor cantidad presentaba se llevaba el premio. Cruzando el tiempo y la distancia llega a mi mente la voz de una insoportable profesora diciendo “Los niños de kinder no van a apoyar esto porque los Hombres G dicen groserías en sus canciones”. Cosa que los infantes repetían ante la mirada atenta de la educadora.

A mí el concurso y la banda me valían gorra pero en ese momento entendí lo que era la censura. Proveniente además de una mujer, seguramente muy joven, que odiaba a la juventud y que siempre andaba buscando la forma de regañar a todo mundo en el descanso e imponer su pequeña autoridad a grito vivo.

Si uno se pone más culto no puede ignorar películas como The People vs Larry Flynt, en la cual el magnate del porno logra que la Segunda Enmienda de la constitución gringa proteja su legítimo derecho a expresarse. Y es que el libre desarrollo de la personalidad, así no nos guste o no compartamos lo expresado, es un derecho constitucional.

Vale la oportunidad para que la comunidad del rock vea lo incómodo que es estar tratando de limitar ese desarrollo. A mí no me gusta el reggaetón pero los que lo siguen tienen derecho a oírlo. La vida va más allá de lo que uno considera bueno o valioso. El respeto por el diferente es básico.

Volviendo al tema. Si el concierto de Marduk no se realiza de manera regular se genera un precedente de censura y prohibición. Hoy es el supuesto satanismo de la banda, mañana será la condición sexual, la posición política o el peinado y se podrá extender al cine, el teatro y el arte.

En Colombia ya tuvimos un antecedente similar cuando se debió mover el lugar de concierto de Marilyn Manson debido a las sonoras protestas de un grupo de cristianos. Sin olvidar la excomunión a Fanny Mickey por hacer el Festival de Teatro en Semana Santa y el veto a películas como la Última Tentación de Cristo.

Hace unos años se peleaba por el verdadero rock, lo que debía sonar en Rock al Parque y si la fusión era valida o no. Para mi gusto, el verdadero rock no se limita al gran espectáculo de estadio. Siento que está ligado al arte y tiene su lado contestatario. Si el arte nos complace a todos y no sacude nuestra zona de confort sencillamente es inocuo e inútil. Se vuelve otro producto de consumo más. Algunos soñadores esperamos que eso no suceda nunca.

Todo esto va más allá de las razones institucionales que se pueden tener para sellar un lugar de conciertos. De los calificativos a los ideales políticos de unos y otros. De la supuesta filiación nazi de la banda. Insisto en que puede ser momento de reflexión sobre la libertad de expresión y que todas las partes entiendan de qué va el respeto.

No soy amante del black metal, lo escucho un ratico y ya está bien. Pero estimo que cada cual es libre de oír, opinar y crear a su gusto. Todos podemos convivir en este planeta. Recordemos que los regímenes de izquierda prohibían el rock, Hitler condenaba el jazz y en épocas de los romanos no se prohibían conciertos sino que a los cristianos practicantes se les crucificaba o eran servidos de almuerzo a los leones.

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