Por Manuel Estévez
@Sonoadicto
Hace once años vimos a la mejor banda tributo del mundo a Pink Floyd, anoche Bogotá tuvo un concierto de Roger Waters. Hace once años estuvimos en un espectáculo musical y visual, anoche más en un acto político.
Once años atrás éramos un público más ingenuo. No nos habían visitado ni la mitad de artistas que ahora. Éramos inocentes ninfas en manos de un experimentado artista. Teníamos todo por descubrir y fuimos sorprendidos, poseídos y trastornados por este concierto que aun sigue siendo el mejor al cual he asistido en mi vida.
Anoche luego de Stones, U2s, Madonnas, Maidens y otros grandes entretenedores estábamos más preparados. Roger Waters presentó algo menos conceptual pero igualmente bello en tarima. Sonido impecable, una pantalla de alta tecnología de 70 metros, sonido envolvente y un discurso en contra de la violencia, la discriminación, la guerra y el neoliberalismo.
Roger hizo el oso en el Simón Bolívar deseándole en un inteligible español el cumpleaños a Gabo. Acompañó su presentación de Dark Side Of The Moon con videos muy específicos y preparados milimétricamente para la ocasión. Recorrió los discos Wish You Were Here, The Wall, Animals y cantó un par de temas propios, que tampoco es suenen muy diferentes.
El Campín fue un 70 a 30. Más canciones de su carrera en solista y tiempo para tratar temas políticos. Cerró en ambas ocasiones con el himno Comfortably Numb, “When i was a child i had a fever…”. Y citó a niños locales para entonar su canción más famosa: “We don´t need no education…”.
Los montajes y sonidos de ambas fechas son históricos. El trabajo de meses en planeación y días en campo. Diez puntos. Inobjetable y sublime. Inventarse toda este oscuro universo le ha costado a Waters toda su vida. Incluso filmó su propia versión de The Wall a modo de documental. Ha sido más visible que la banda legendaria que ayudó a construir y la cual abandonó hace treinta años como el malo del paseo, dejándola en manos del virtuoso pero inofensivo ecologista David Gilmour.
Y lo digo sin pena. Waters si podría resultar peligroso para el orden político mundial pero la gente no se toma en serio un concierto. Es un acto de entretenimiento para muchos. Muchos artistas activos políticamente no han causado tanta mella, en muchos casos porque simplemente es parte de su acto.
El modelo neoliberal nos está destruyendo; el sueño americano que se ha difundido por el mundo no es más que esclavitud disfrazada; estamos volviendo mierda el planeta y no le vamos a dejar a nada a nuestros hijos; la élites políticas buscan disminuirnos para que seamos obedientes, sirviendo ellos a su vez a los realmente poderosos; hay que legimitizar la protesta y apoyar a los estudiantes. Fueron algunas de las ideas expresadas anoche.
Uno entiende que las entradas sean costosas por el valor y calidad del montaje. El tema del IVA y el servicio de la empresa que las vende ya es otra cosa. Un colega se quejaba hace un rato en Facebook del precio de la comida y bebida dentro del estadio. Termina uno pensando que Roger Waters no iría a su propio concierto.
Roger Waters es una leyenda para los colombianos. Hace once años fue el primer artista de ese nivel que nos visitó, luego vino Depeche Mode y la costosísima gira de Soda Stereo. Sin ese concierto quizá aun estaríamos viendo artistas de los ochenta en decadencia presentarse con sus grandes éxitos y una nueva canción con temática ecologista.
Me sorprende la cantidad de gente que denota en sus redes sociales su sorpresa con lo de anoche, parece que muy pocos tenemos memoria de su anterior visita. Esperemos que los aplausos se traduzcan en consciencia de nuestro mundo actual, tomen en serio a este tipo que se reunió con los estudiantes para decirles que no están solos. Ojalá el magnifico sonido de estos músicos sea un referente para que entendamos el arte también desde esta perspectiva. Y por favor no nos dejemos influir por tanto advenedizo artista que gana fama a punta de obviedades. Ni cerdos ni borregos.
