Por Andrés Castañeda
Boy Erased, traducida en otros países como Corazón Borrado o Identidad Borrada, es la segunda película del director y actor australiano Joel Edgerton, quien ya en el 2015 lanzó su opera prima El Regalo. Esta nueva producción, protagonizada por Lucas Hedges, Russell Crowe y Nicole Kidman, está basada en el libro homónimo del autor homosexual Garrard Conley, un texto autobiográfico que cuenta las experiencias de Conley en un programa terapéutico de reconversión sexual en Arkansas, al sur de los Estados Unidos.
Con guión del mismo Edgerton, la película cuenta la historia de Jared Eamons, un adolescente hijo de un pastor bautista interpretado por Rusell Crowe, quien al descubrir que su hijo es homosexual por un incidente sucedido en la universidad donde estudia, decide enviarlo a un programa terapéutico de reconversión sexual dirigido por un terapeuta religioso interpretado por el mismo Joel Edgerton. Allí, el joven Eamons tendrá que soportar una dura y extrema terapia en la cual intentaran extirpar su homosexualidad, proceso que lo llevara a una profunda depresión al tiempo que se acercará aún más a su madre, rol interpretado por Nicole Kidman.
Aunque su director es más conocido en su faceta de actor en películas como Éxodo: Dioses y Reyes y Star Wars episodios II y III, Edgerton ya ha dirigido varios cortos y un largometraje que no tuvo mucha figuración hace unos años. Resulta curioso que una película como Boy Erased, que viene de ganar una nominación a mejor actor de drama en los Globo de Oro, no haya logrado figurar entre los nominados a los premios Oscar.
En esta ocasión, nos introducimos en un drama de la vida real que ha sido muy fiel al libro de Conley, con unas actuaciones destacadas en el caso de Lucas Hedges y Nicole Kidman, aunque un poco contenidas en el caso de Russell Crowe, pero esto tal vez se deba a que el ritmo de la película es lento pero emotivo. Hay que destacar la evolución dramática de los personajes, quienes enfrentados a su propios dilemas personales, evidencian una emocionalidad contenida que habla con el espectador, sobre todo cuando nos referimos a un tema tan polémico como lo son las terapias de reconversión gay, que tanto han dado de que hablar en algunos estados del sur de los Estados Unidos, una región conocida como el cinturón bíblico; un lugar donde la separación entre religión y estado brilla por su ausencia, a la vez que el creacionismo se mantiene vivo en las mentes de sus habitantes.
Otro punto interesante son los personajes secundarios que acompañan a Jared a lo largo de su proceso. Desde sus compañeros de terapia, pasando por los guardianes del centro terapéutico hasta llegar al líder religioso a cargo, todos allí conforman un pequeño mundo distópico que maneja sus propias reglas, con visiones nada ortodoxas sobre el mundo exterior, una extraña mezcla entre manicomio, campo de concentración y congregación religiosa.
Por otro lado, se evidencian algunos problemas con el guión cuando hablamos de los flashbacks, que sugieren una narración no lineal tan en boga por estos días, pero que se quedan simplemente en recursos argumentativos que podrían haber sido mejor trabajados. Todo esto nos sugiere una película con poco desarrollo dramático que se traduce en picos emocionales que solo adquieren fuerza en la parte final de la película. Se puede decir que a este filme le faltó desarrollar el conflicto central, sobre todo cuando tenemos en frente un tema tan polémico y doloroso.
Pero más allá de todo lo anterior, Boy Erased es una historia de un ser humano atrapado entre la ignorancia de su familia y la intolerancia de su entorno, un joven que busca una salida a la prisión mental en la que le han hecho creer que él es la única persona culpable de ser quien es. De hecho, este tema es aún difícil de tratar en muchos países, pues existen vacíos legales que dejan un campo abierto a que terapeutas y agrupaciones religiosas ofrezcan tratamientos que prometen convertir en heterosexuales a personas homosexuales, sabiendo que no hay ningún respaldo médico que avale estas terapias.
