Sus satánicas e impúberes majestades

Por Manuel Estévez

@Sonoadicto

El metal pesado tiene una extraña relación con la industria pop. Es, al mismo tiempo antagonista de la escena musical convencional y también un importante proveedor de artistas de gran popularidad y conciertos multitudinarios. Metallica, Iron Maiden entre otros muchos se debaten entre ser bandas de culto y cotizados productos comerciales.

A finales de los ochenta un grupo de jóvenes escandinavos creó lo que ellos denominaron el verdadero black metal. Un movimiento que resaltaba la cultura folclórica noruega, se relacionaba con la muerte, renegaba de la iglesia católica y los autodenominaba como los señores oscuros de la destrucción y el caos.

Lord of Chaos, basada en el libro homónimo, cuenta la historia del denominado Circulo oscuro (Inner circle) y la disquera Deathlike Silence. Narra la historia conocida de la quema de iglesias por parte de sus integrantes, del suicidio del cantante sueco Dead, y el ascenso y caída de los músicos Varg Virkenes y Euronymus con sus proyectos Burzum y Mayhem.

Jonas Akerlund, director y músico sueco, parece el ideal para el trabajo. Nos presenta una película que ha sido criticado por los propios protagonistas de la vida real, pero que a mi entender está contada de gran manera y filmada con elementos muy interesantes en fotografía.

Como dato curioso, el primer video dirigido por Akerlund fue Bewitched de la banda heavy sueca Candlemass, en este aparece brevemente Dead, el vocalista de Mayhem. Esto fue en 1988, cuando el exbaterista de la banda black Bathory ya pintaba como un director de videos musicales. Hasta el momento ha trabajado con Roxette, Lady Gaga, Madonna y Rihanna, entre otros.

Rory Culkin (hermano del pobre angelito) representa a un Euronymus que detrás de sus maquillaje,  satanismo y pose malvada ocultaba inseguridad y temores. Emory Cohen da vida al psicópata pirómano nazi Varg Virkenes, quien de ser un chico tímido de clase alta pasó a convertirse en El Conde, un satanista, asesino y antisemita.

La espectacular música ambiental con momentos tremendamente oscuros nos sitúa perfectamente en el tiempo y el espacio. Compuesta por la prestigiosa banda Sigur Ros, es uno de los punto altos de esta película para mí. Los metaleros, desde su respetable punto de vista, se molestan porque es muy poco el material original de Meyhem que se utiliza.

La narrativa tiene momentos entre lo esotérico y lo terrorífico. Esto hace que visualmente sea muy llamativa. Las escenas de las quemas de las iglesias son completamente omniniosas, potentes y artísticas. Las muertes son despiadadas y nada fáciles. Mucha sangre y violencia.

Creo que la parte que puede no gustar a los seguidores del black metal es la desmitificación que se hace de los muchachos del círculo. Casi adolescentes, tonteaban como lo haría cualquier chico de su edad. Funcionaban como una pandilla y cada uno de sus actos criminales y vandálicos eran vistos como pruebas de valor que los hacían sobresalir de entre sus amigos. Estaban lejos de ser los legendarios señores de la maldad como quisieran ser recordados.

Con algunas exageraciones, no tan desmedidas; una narrativa fiel al mito, no sé a la realidad; personajes estereotipados y arquetípicos; un casting efectivo en los razonables parecidos pero que no descolla en lo interpretativo. Esta película se deja ver, es agradable y tiene un buen tratamiento estético. Estos muchachos díscolos cambiaron la historia de la música y merecían que su historia fuera llevada al cine.

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