La hora de la v3rd4d

Por Manuel Estévez

@Sonoadicto

La situación de la cultura colombiana no es fácil. Es más, la situación de Colombia es complicada. Vivimos en un país y sociedad con problemas estructurales de fondo. Nuestro edificio está cimentado en la desigualdad, la normalización de las carencias, la falta de educación y una pírrica sensación de ser un país del primer mundo. Además, no estamos interesados en la cultura, no nos la han inculcado de forma natural.

El modelo estatal reciente ve el tema cultural desde dos puntos de vista. Primero en su faceta rentable es aplicable a la llamada Economía Naranja. Esta visión dinerocentrista refiere a productos, que sin importar lo calidad artística, generan una cadena de valor monetaria. Por otro lado está, la cultura usada como discurso de convivencia, como la solución que aleja a los muchachos de la delincuencia, la que es obligatoria porque sí, pero que muchos funcionarios no comprenden. Le destinan unos pesitos, le toman fotos, la usan como arma política y la presentan como un gran logro.

El resto de la cuestión es inexistente. La clase media creativa (de verdad) y lo que pueda pasar sin que produzca millones o publicidad social pasa inadvertida para todos los que no están en un nicho determinado.

Ahora que la pandemia destapa tantas cuestiones nacionales, vemos el lado feo de tener que alterar en tiempo récord una industria musical casi inexistente, en un país donde la virtualidad no es una opción para una parte importante de la población.

Hace unos años estudié un posgrado virtual. Siempre me preguntaban cómo iba el cursito, ni siquiera lo hacían de mala fe. Lo mismo que pasa con las clases virtuales actualmente, todo mundo se rasga las vestiduras pero el trabajo docente sigue, ya depende de cada profesor si bien o mal. Como es por internet vale menos, no se aprende, es aburrido, blah blah blah.

Sacar lives día y noche no implica que la gente va a seguir a las bandas locales. Más si estos productos son hechos en piyama, en cualquier rincón de la casa y sin unas medidas técnicas decentes. Eso contribuye a devaluar aun más el contenido digital.

Listo, la solución es hacerlos con más calidad y cobrar. Recuerden la dificultad para muchas veces pagar cualquier cosa de forma virtual y la experiencia colombiana con la seguridad de nuestros datos. Hay que estructurar muy bien esto. Saber cómo proponerlo y ofrecer sitios confiables de pago. Es más, hacer venta por Baloto o Efecty para quienes, como yo, no tenemos activadas nuestras plataformas.

Lo que vamos a mostrar debe estar acorde a lo que promocionamos. Es difícil que la gente pague por una banda que no conoce. Muchos van a los bares a emborracharse y la música se vuelve secundaria: el oficinista rockero, dos tragos más y están con la corbata en la cabeza cantando Giovanni Ayala. Hay que saber promocionar, hacerlo de manera inteligente, atractiva, ofrecer una experiencia interesante y si me preguntan interactiva.

Ojo con los derechos de autor. Me imagino la cacería de brujas que se viene de todo mundo buscando reclamar lo que es suyo por ley. Un cover en un live o un empresario digital pasándose de listo con Sayco, pueden ser motivo de problemas serios.

Los patrocinios se vuelven importantes. Siempre lo fueron, pero ahora más. Solo que se hace más jodido. Tiene que ofrecer cuestiones interesantes para que la empresas o entidades escojan invertir sus recortados presupuestos de publicidad. Su producto debe tener un diferencial u ofrecer algo al cliente, no sólo ser la banda que rompa en dos la historia del rock.

La música es un canal importante para transmitir mensajes, úsela y métase de cabeza. Todas esas cosas que nos dio pereza hacer en su momento son las que ahora pueden marcar diferencia. Por favor no use la palabra “reinventarse”, es jarta y no es del todo precisa. Hay que apropiarse de elementos que nos saquen de la cultura de las gafas oscuras nocturnas y la prepotencia de ostentar redes sociales multitudinarias para pasar a la de cautivar a un público de base.

Hay mas en Google que Instagram, Facebook y Tinder. Y por el lado estatal no se vislumbran más que “agendas” para firmar y quedar bien.

Seamos organizados (sepamos qué queremos), propositivos y receptivos. El futuro es ya y puede ser nuestro.

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