Por Manuel Estévez
@Sonoadicto
¿Se imaginan que Diomedes hubiese nacido 8 días antes? Esta fecha habría sido aun más icónica para la música mundial.
Los darks conmemorando el fallecimiento de Ian Curtis, los rockeros el de Chris Cornell y los jazzistas el de Elvin Jones.
Ian Curtis fue el más importante don nadie que la música pudo tener. Nunca llego a firmar un gran contrato discográfico, a penas si grabó disco y medio, bailaba de manera chistosa y no destacaba por un carisma arrollador. Sin embargo, su influencia y legado son eternos para muchos. Incluso le hicieron dos películas excepcionales.
Influenciado por Jim Morrison, Aleister Crowley y su propia situación personal, escribió letras cotidianas que calaron tanto que se convirtió en la punta de un movimiento que puso a su ciudad en la historia de la música.
Su voz cavernosa y no tan afinada fue capturada de manera artesanal por Martin Hannett, lo cual brindó un toque estético más punk que el mismo punk. Joy Division, una banda anecdótica, que junto a the Cure o Magazin desencadenaron lo que llamaron post punk y todo lo que pasó después.
New Order era inevitable. Antes de morir, Curtis ya escuchaba a Kraftwerk y seguramente habrían dado el paso a la electrónica tarde o temprano. De hecho conocí a la banda vía Eduardo Arias por allá a principio de los noventa. Programó en una emisora una canción de Joy Division que no recuerdo su nombre pero que era la base para Blue Monday.
Mi profesión me permitió entrevistar a Peter Hook y Mark Reeder, bajista y promotor en Alemania de JD respectivamente. Conversar con la historia siempre será una maravilla.
Chris Cornell estaba bendecido por los dioses del arte. Cantaba como si David Coverdale se hubiese juntado con una cantante negra de soul. Llevaba el rock en la sangre, eso sí, sin temor lo trasgredía.
Era una estrella nata. Talentoso, bien parecido, atlético y carismático. Cuando explotó el grunge, yo sentía que eran bandas divertidas pero no sabía qué tan musicales podían llegar a ser. Soundgarden aclaró mis dudas. Integrante por integrante, la mejor alineación de este movimiento, musicalmente hablando.
Su vida fue una montaña rusa. Un primer disco solista íntimo y espectacular. Un paso raro por Audioslave, bandota pero que nunca me convenció del todo. Discos posteriores llevados al pop y una colección de covers acústicos que interpretaba en vivo. No estaba ni dentro de la industria ni fuera de ella o tal vez quería ser under pero no podía. No le sabré nunca.
A Cornell lo vi en Bogotá. Ese día lloré de la emoción. Un dotado cantante y multinstrumentista. Con una guitarra acústica recorrió su carrera. Cada grito, cada fraseo, estaba impregnado de dolor. Una hora de show y desapareció.
Elvin Jones murió hace 16 años. Solo podría decir de corazón que es el baterista de mi disco preferido de jazz. John Coltrane graba A Love Supreme junto a él. Un trabajo indispensable para cualquier melómano e incluso buscador de espiritualidades.
Un mantra profundo que en 1965 iluminó el firmamento de la música negra y pasó a la historia de la música moderna.
La tierra de poetas pudo ser Manchester o Seattle. Una batería fue el gran encanto de aquel niñito que presenció una parranda.
Y aquel que no me conocía. Muchos gusto en conocerlo.
Ay el 18.
