El trabajo social, versión no oficial

Por Manuel Estévez

@sonoadicto

La llamada ‘democratización de la información’ hace que aparezca un medio debajo de cada piedra. El periodista Daniel Samper Ospina cita que una persona con Twitter es un medio de comunicación. Youtube, WordPress y cada una de estas plataformas permite el paso de consumidor a consumidor-productor, lo cual no garantiza que haya un tratamiento periodístico adecuado en muchos casos, exigiendo al lector ser crítico y criterioso con la información.

El problema se intensifica viene cuando medios establecidos y a los cuales supuestamente se les debería creer pecan al no medir la magnitud de sus palabras.

Morgan Freeman fue acusado en 2018 por una periodista de CNN de acoso sexual, con el tiempo la historia perdió fuerza, las testigo no aparecieron, la que apareció dijo que era tergiversado, etc. No había nada que comprobara la veracidad de la historia pero inmediatamente el actor perdió un contrato de publicidad y mucha gente cree a la fecha que es culpable. La cadena no se ha retractado ni comprobado la historia.

En Colombia no se pierden contratos millonarios pero se pueden perder cosas más valiosas. La rancia cultura colombiana cree ciegamente en los medios tradicionales. Ese prestigio no se discute.

El pasado 14 de septiembre el periódico El Tiempo publicó un artículo sobre las marchas y el vandalismo relacionado a ellas. En una frase estigmatizo a la gente que hace trabajo social de ser formadores ideológicos del terrorismo. Días después se retractó de esta afirmación. Sin embargo el daño se hizo.

Hubo plantones, comunicados, memes, cartas de profesores, la cosa quedo ahí. Perviven el velo, el misterio sobre esta profesión y sus funciones para la sociedad.

“El trabajo social sirve para la reconstrucción de tejido social, desde distintos ámbitos y ángulos, puede contribuir desde el ser, el individuo, el trabajo con grupos específicos o comunidades hasta la participación en políticas públicas. El accionar del trabajador social o fluye desde lo micro hasta lo macro”, aclara Lina María Ch. Palacios, trabajadora social de la Universidad Nacional.

“Para el caso de Colombia, somos claves en el restablecimiento de canales comunicativos y vínculos sociales e interinstitucionales que permitan un ambiente propicio para el post conflicto y la anhelada reconciliación nacional”, reafirma Lucía Jímenez, trabajadora social de la Universidad Minuto de Dios.

Existen cerca de 25 instituciones que ofrecen la carrera de trabajo social y afines como pregrado, educación continua o postgrado. En el caso de la Universidad Nacional la facultad está abierta hace 50 años. En el caso de la Minuto ofrece materias como Investigación social, Sistematización, Lógica, Economía, Herramientas de gestión comunitaria o Comunidades vulnerables. Es decir, es una carrera, no es nueva, ni sus programas pasan por ser cualquier cosa.

“El trabajo social es una profesión rigurosa que requiere de una serie de directrices, principios y valores que enmarcan su desempeño. Al tener un campo de acción amplio se requiere de la interacción con la comunidad y las instituciones de manera constante, si nos estigmatizan o se desacredita la profesión vamos a perder incidencia y confianza comunitaria lo que es vital para el desarrollo efectivo de nuestros procesos” complementa Lucia Jimenez.

Estos profesionales se sintieron agredidos directamente con la publicación de en El Tiempo. “El estigma es muy difícil de corregir teniendo en cuenta que es una profesión que desde hace años está subvalorada, no se le ha reconocido como una profesión transversal e importante que vela por el cuidado y desarrollo pleno del ejercicio humano en torno a sus derechos” lamenta Lina Palacios.

“Ver publicaciones como la de el diario El Tiempo es desalentador, sobre todo porque denota la ignorancia e irresponsabilidad con la que transmiten la información. En un país con tan alto número de líderes y liderezas asesinados es peligroso estigmatizar a los profesionales sociales y torpedear procesos con las comunidades. Es casi como legitimar los crímenes que se han cometido” comenta decepcionada Lucía Jiménez.

Por su parte Lina Palacios enfatiza “Es poner en juego no solo la seguridad de muchos profesionales, es reforzar la idea trastocada de que el trabajador social no es conveniente”. Y remata “decidimos ser trabajadores sociales por amor y por una convicción de cambio y transformación, porque me atenemos la fe y hacemos lo posible con construir desde la esperanza. Eso somos los trabajadores sociales: esperanza”.

Un medio se debe hacer responsable de sus palabras siempre. Ese ir a la ligera puede causar mucho daño. No investigar y ceñirse a la versión oficial sin buscar el fondo de las cosas. Estigmatizar la cultura, el arte o las profesiones por ideas personalizadas. Ese escoger a los ciudadanos de bien según lineamientos preestablecidos no es saludable.

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