Bailando por el altiplano sideral

Por Manuel Estévez

@sonoadicto

No sé, puede ser Lulululucho Bermúdez DJ. Quizá Frufrufruko Dj. Esto es una disco de tecnocumbia en todo el sentido rítmico de la palabra.

Arranca Baila, un beat binario que repentinamente termina enriquecido como el uranio. Radiación y mutación. Hay una dosis importante de esa cumbia villera downtempo a lo largo del disco, un flow casual en el cual de todas maneras se siente que Kent Moré y Lluvia Cósmica, los miembros de la banda, son del interior, una sabrosura sintética domina el disco.

Depresión es como si The Doors, The Eagles y un sentimiento emo adolescente se hubiesen ido de farra dura. Es chévere el contraste de las texturas de los teclados. Un tema cambiante que de pronto desemboca en una salsa extraña.

En Sexy se narra el hastió de la cotidianidad. Una elevadae irrepetible obra de arte del día más berracamente normal que se puedan imaginar. Pero claro mientras lavamos losa, licuamos jugo o atendemos a la la niña, uno se puede sentir bonito. Mi favorita del disco por sus recursos sonoros.

El mestizaje se manifiesta en Un Mundo, podría ser un pop o una cumbia y funcionaria de las dos formas. Me gusta bastante. Es menester de este servidor inventar el mundo en el que vive.

Erda, esto se volvió synthpunk. Yo no quería, cierra el álbum con ese aire a banda española noventera sintética de voz intencionalmente desganada. Sin avisar, estalla hacia lo latino. Un himno de los maridos oprimidos.

Epifanía pop, el disco más reciente de los siempre excéntricos Tricofero de barro. Siete temas, muchos estilos y una banda que no teme a nada.

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