Por Andrés Castañeda
@capitalismobudista

Luego de regresar de una jornada de pesca, José se encuentra con la desgracia de que a sus hijos Rafael y Dionisio se los han llevado los paramilitares y los han asesinado. En ese momento, decide emprender un viaje por el río para recuperar los cadáveres, sabiendo que arriesgará su vida al contrariar la orden de los asesinos de no sacar ningún muerto de las aguas. Esta es la historia que el realizador colombo belga Nicolás Rincón Guille nos cuenta en su primer largometraje de ficción Tantas Almas, próximo a estrenarse en salas de cine, luego de su recorrido por diversos festivales como el Marrakech International Film Festival y el Nantes Three Continents Festival, en los que fue galardonada por el jurado.
Una producción que constituye un giro en la carrera de Rincón, después de haber trabajado en una trilogía documental sobre la tradición oral en el campo colombiano hace unos años. Es por ello que, en esta ocasión, se arriesga con su primer trabajo de ficción donde decide trabajar con actores naturales, coincidiendo con otras producciones nacionales de reciente lanzamiento, y que también ha optado por esa vía como lo son Monos, Los Silencios y Litigante.
Tantas Almas es un viaje en canoa por el Magdalena medio colombiano, en el que un padre vivirá su propio duelo, acompañado por el silencio poético de un río que se ha convertido en camposanto para las víctimas. Una metáfora del dolor de la guerra.
Revista Sono tuvo la oportunidad de conversar con su director sobre este lanzamiento, y esto nos contó:
¿De dónde salió la historia de este pescador?
Mi segundo documental se llama Los Abrazos del Río, que es un recorrido por todo el rio Magdalena, desde el principio hasta la desembocadura, buscando la figura el Mohán, que no es una leyenda, sino que está muy presente…
Entonces cuando hice esta película en 2009, recibí muchos testimonios. Me acuerdo que estaba en Barranca, y cuando las mujeres víctimas supieron que yo estaba haciendo un trabajo de recopilación de testimonios, comencé a recibir muchos más de los que yo podía filmar… entonces toca hacer algo, porque el duelo es necesario… a partir de ahí comencé a escribir un guion, sobre todo porque me encontré con Nelly, una chica que había vivido esto, y me contó que su padre había hecho lo que cuenta la película; que había salido buscando los cuerpos, y con amigos lograron recogerlos. Que un hombre hubiese hecho eso, se me hizo el motor de la película.
¿Dónde y cómo fue el rodaje de la película?
Rodamos en el sur de Bolívar, en Simití. Una de las cosas que queríamos lograr es poder rodar en una región que hubiese sido afectada por el problema. Entonces nos acercamos a distintos lugares y encontramos Simití, que es un pueblo de pescadores que había sufrido (y sufre aun) mucha violencia. Poco a poco planteamos el tema que queríamos hacer una película, la gente fui muy receptiva, después planteamos que queríamos trabajar con gente del lugar, que fueran los actores de la película… les propusimos ejercicios… hicimos un trabajo de casting con la gente… es muy bonito pensar que la película permite algo catártico, reconstruirse después de eso.
Es interesante que la película gire alrededor de la figura del río, como ya ha sucedido con otras producciones colombianas recientemente.
Es completamente metafórico que un espacio de vida como es el agua, se vuelva un lugar siniestro, de muerte. Es esa resistencia metafórica. Es uno de los lugares que escogieron los paramilitares y otros agentes del conflicto para desaparecer las víctimas.
¿Cómo fue el trabajo con los actores naturales?
Para mí es clave. Como director puedes tener algo en la cabeza, pero se puede quedar ahí, y el actor puede hacerlo tal cual uno lo piense, pero es una confrontación. El actor natural confronta tus ideas, porque cuando dice algo mal no es porque él lo haga mal, sino porque uno lo pensó mal. Es un proceso retroactivo muy bonito porque alimenta la película. Les propuse líneas de dialogo, pero las trabajamos en función de ellos. Propuse situaciones, algunas las hicimos, otras decían: no, la veo más así. Un proceso de retroalimentación clave.
Teniendo en cuenta la situación actual del país, la temática de la que habla la película coincide con esa coyuntura, ¿se pensó de esa ese modo, o simplemente las circunstancias se dieron así?
Cuando la rodamos en el 2018, yo estaba pensando en hacer una película sobre la memoria reciente, y, sobre todo, cosas que no se han cerrado. La película habla de la necesidad del duelo, de la necesidad que tienen las víctimas de poder enterrar a sus muertos, y veo las noticias desde hace un rato y siento que la película es actual, porque, además, es un circulo que se esta repitiendo, del que no podemos salir. Creo que cae bien porque la película plantea, no soluciones, porque es difícil, pero un acercamiento emocional, sensible a esa temática que siempre se ha dejado de lado, el conflicto… es sobre todo acercarnos a una experiencia y saber la fuerza que tiene un padre para reconstruir el mundo después de lo que le sucedió… que nos de cierta esperanza y que nos de caminos.
¿Qué reacción ha tenido el público fuera de Colombia?
La he mostrado en el exterior, y la gente se acerca mucho, se da cuenta que lo que plantea la película es universal. Es como hacer el duelo, como lograr enterrar a los suyos para seguir viviendo, y cuando no se logra uno queda loco. Y justamente lo que espero es que el espectador colombiano pueda ver la película a través de esa mirada. No es una película ideológica, o que trate de convencerlo de algo, sino que provoca unas sensaciones, una experiencia para mirar las cosas de otra manera.
En los últimos meses se han presentado otras producciones nacionales que también tratan el tema del conflicto, ¿a qué cree qué se debe esto?
La necesidad de hablar es algo que nos pesa a todos. Tenemos que confrontarnos, verlo y saber que se puede hacer con eso. No es un dolor únicamente de las víctimas, sino un dolor de toda la sociedad. Una necesidad que los cineastas sentimos, y que se replantea porque la sociedad la siente, no es algo que viene de afuera. Y creo que el hecho de que las películas colombianas se estén viendo afuera es porque la gente esta viendo una necesidad, que esas películas no se hacen por una razón profesional o artística.
