Por Manuel Estévez
@Sonoadicto

Una mañana me llamaron temprano para invitarme a una función de cine de la embajada de Polonia. Un director de ese país venía a presentar una película. Llegué corriendo. La proyección fue maravillosa. Un formato cuadrado, un blanco y negro precioso. Fotografía muy bella. Una historia de posguerra. Una cuasi monja decide ir a buscar sus orígenes y termina escuchando rock & roll. Paisajes desolados por la guerra en una poderosa obra de arte.
Al finalizar la presentación me acerqué al director y crucé unas palabras con él. Le dije que su película era maravillosa y que él era un gran artista. Le agradecí por su trabajo e invitación y quedamos en coordinar luego con la embajada para una entrevista. Finalmente me ocupé en otras cosas y sí perdí la oportunidad de hablar con Pawel Pawlikowski que un año más tarde estaba recogiendo el Oscar a mejor película extranjera con Ida.
Pawlikowski, polaco/británico, tenía ya un trabajo importante en TV y había realizado varias películas, siendo la más destacada The Summer Of Love de 2005. Su consagración internacional vino con Ida y luego en 2018 se reafirmó con otra historia de posguerra, el drama romántico Guerra Fría.
Es el florecimiento del amor en medio del florecimiento de comunismo. La pérdida del estatus de individuo para formar parte de un todo que sirve a un Estado. Wiktor es un pianista, más bien burgués, que debe hacer pruebas artísticas para fundar un grupo musical folclórico al servicio de la nación. Así conoce a Zula, una atractiva cantante de la cual se enamora y quien posteriormente le confiesa que ha sido enviada para espiarlo.
El amor pasional abandona la razón y los enfrasca en una relación que los lleva a arriesgar sus vidas y estatus por su amorío. Las tensiones no tardan en surgir por lo político y peligroso del momento, las obligaciones de cada uno, la mentira que deben vivir y la repentina y naciente carrera de la joven como cantante solista de jazz.
Igual que en Ida, Pawlilowski trabajó con el director de fotografía Lukasz Zal. Es un trabajo impecable y hermoso que acentúa el blanco y negro. Ganadora en los Premios Goya, Los Premios de Cine Europeo y numerosos reconocimientos de circuitos de crítica en EU y Europa le permitió a su director ganar en Cannes y ser candidato por segunda vez al Oscar.
La música varía entre los aires folclóricos, algo de música clásica y una buena dosis de jazz. El pianista y compositor Marcin Masecki compone e interpreta junto a la actriz Joanna Kulick (Zula) tres piezas originales. También suenan Ella Fitzgerald, Miles Davis, Glenn Gould y Bill Halley. Esto a parte de las piezas tradicionales, interpretadas sobre todo al inicio durante las audiciones.
Una película de calidad artística muy elevada. Mucha convicción para contar una historia que seguramente común en esa época y cada vez que los gobiernos han decidido censurar los sentimientos de las personas.
