El Graduado, el regocijo de la juventud

Por Manuel Estévez

@Sonoadicto

Cuando vi El Graduado era un preadolescente. Ya empezaba a manifestar mi despertar sexual y esta película fue crucial en ciertos detalles que marcaron mi vida. Hasta hoy me desagradan las mujeres con la expresión facial de la Sra Robinson, me identifiqué con la actitud medio autista de Benjamin al principio para asumir mi sexualidad y siempre tuve una relación incómoda con los coqueteos de mujeres mayores. Además, el matrimonio de mis padres se había acabado por una aventura similar de mi papá.

Esta pequeña película independiente costó 3 millones de dólares y recaudó 100. Fue un hito del cine moderno en 1967, creo que el director Mike Nichols se adelantó a su tiempo con una producción que marcó diferencia generacional de una manera muy fuerte. Con su narrativa altamente simbólica contó la historia de una generación destinada a triunfar que en el fondo no estaba segura de nada.

Si el hermoso James Dean rompió al Estados Unidos tradicional con Rebelde sin causa en 1955, Dustin Hoffman dio otra estocada muy fuerte con este personaje pacato, inseguro, tímido e infeliz que es violado inicialmente por la sra Robinson. Luego se redime trancando una puerta de una iglesia con un crucifijo y burlándose de la sociedad en el asiento trasero de un bus.

«¿Está tratando de seducirme Sra Robinson?»

Lo más simpático del asunto es que entre los Hoffman y Anne Bancroft solo había seis años de diferencia en la vida real. En la película se llevaban 20 años. Benjamin cumple los 21 durante la historia, cuando el actor estaba ya por los 30. Es un recién egresado de la universidad, el orgullo de sus padres, un androide paranoide que se va aliviando a medida que descubre el mundo, el sexo y el amor. Todo bajo la mirada estricta del moralismo/machismo de su época.

Lo que le pasó fue acoso sexual. La Sra Robinson estaba atrapada en un matrimonio infeliz al cual se había obligado por quedar embarazada y ahora buscaba como fuera placer en las jóvenes carnes de Ben. Él no estaba seguro de nada y en una combinación de miedo, curiosidad y claro, manipulación, accedió a los deseos de la mujer.

Asfixiado

Sus padres y el círculo social que los rodeaba veían en Ben al chico modelo de futuro prometedor. Aislado de este mundo, le aterrorizaba no poder estar a la altura de sus sueños y trataba de evadirse cada que podía de todo esto. La escena del traje de buzo es una perfecta analogía con la desconexión del joven con la sociedad.

Un punk, un emo o no sé qué. Eso creó Charles Webb en su libro que adaptado fielmente por los guionistas Calder Willingham y Buck Henry. Un diferente que no se amoldaba a los lineamientos de la época y estaba ahogado en medio de sus propias posibilidades.

La música

Posee una de las colecciones de canciones más celebradas de la historia. Paul Simon y Art Garfunkel, encargados de la musicalización, crearon la canción de la Sra Robinson en 5 minutos a un costado del estudio, tras unas recomendaciones del director. Fue una de esas bonitas historias en la cual la inspiración apareció en el momento justo. Siempre tuve la idea que funciona para la sra y también para su hija.

La oscura The Sound of Silence es una de las canciones más bellas de la historia y funciona como tema principal sonando al inicio, en la transición y al final. Scarborough Fair es mi favorita, es un tradicional medieval adaptado. Es la equivalencia de All I Want Is You de U2 en la película Reality Bites, la de los momentos más tristes y desorientados de Ben. El dúo aporta también April Come She Will y The Big Green Pleasure Machine.

la banda sonora está escrita por Dave Grusin. Presenta aportes más bien cortos pero de gran impacto por el uso de piano y vientos.

El Graduado le brindó a su director el Oscar en su categoría y barrió en los Golden Globes. Influyó de manera notoria al director Wes Anderson, a la película cómica Wayne´s World y en mi apreciación personal a la serie Mad Men; marcó mi despertar sexual; se convirtió en un ícono de la cultura pop, del cine y catapultó la carrera de Hoffman.

Siempre presente en los listados de las mejores obras de la historia.

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