Por Manuel Estevez
Chris Isaac, el cineclub el Muro, los cigarrillos, el café, las charlas de estudiantes, las películas incomprendidas, el enfisema, la influencia, el humor negro, la venta del alma.
Se fue David Lynch (1946 – 2024) y nunca entendí Mulholland Drive. El prolífico director norteamericano deja este plano sus 78 años dejando tras de sí un legado inmenso para el cine, y el arte en general.
Comenzó con la terrorífica Eraserhead (1977), largometraje de culto sobre un hombre extraño con hijo monstruoso. Obra inmensa de una suerte de nuevo expresionismo norteamericano y del cine indie en general.
Su explosión para el público y la crítica fue El Hombre elefante (1980). Esa historia protagonizada por John Hurt captó con precisión la esencia de Joseph Merrick. Con muy poco presupuesto el director logró una película que hasta nuestros tiempos se considera de culto.
En medio del éxito de Star wars, Lynch fue llamado por Dino de Laurentis para realizar Duna. Inspirada en el famoso libro de Frank Herbert. Las arenas del planeta Arrakis estuvieron a punto de sepultar la carrera del director.
La película no fue exitosa y solamente años después se comprendió su valor. Se suscitó un nuevo interes tras la versión de Denis Villeneuve.
Lo que se presagiaba como un gran éxito terminó diluido debido a la diferencia creativa entre el productor y el realizador.
Laurentis trabajó nuevamente con Lynch en Terciopelo azul (1986). Una magnífica thriller. Sentó las bases definitivas de un cine de autor con un lenguaje muy propio por el cual Lynch comunicó hasta la saciedad. La continuidad es clara en películas como Lost Highway (1997) o Mulholland Drive (2001).
Su gran recompensa la tuvo con Corazón salvaje (1990), un desorbitado Nicholas Cage se interpretó como una versión caricaturesca de sí mismo e inició una batalla por el amor de su querida contra toda una organización de mafiosos. Este trabajo le valió la Palma de oro en Cannes.
No se limitó solo al cine ya que también presentó para televisión la serie de Picos gemelos (1991) la cual fue censurada en Colombia y nunca vimos el final. creo que ni la censura la entendía. Compleja pero apasionante, atrapó con su universo a muchos fans.
La última aparición de Lynch en la pantalla fue interpretando al director John Ford en la película The Fabelmans (Spielberg, 2022).
También trabajó en publicidad dirigiendo comerciales para grandes marcas como Calvin Klein, Adidas y Playstation, entre muchas más.
En 2024 Jane Flannery Schoenbrun, presentó I Saw The TV Glow, película independiente que homenajea a Picos gemelos y Terciopelo azul como muestra de la influencia que dejó para la cultura occidental.
David fue fotógrafo, pintor y músico. Editó siete trabajos musicales desde 2006. Cellophane Memories, el octavo, salió en 2024. Trabajó este item en un par de sus películas pero su socio musical de cabecera fue el también fallecido Angelo Badalamenti.
Para mi tranquilidad, Mauricio Franco escribió «Lynch no hacía películas para que las entendiéramos sino para desordenarnos la cabeza».
Pda Mauricio quiso ahondar:
«Lynch hacia un tipo de cine propio, con tendencias hacía el noir. Creaba paisajes de ensoñación (dreamscapes) provenientes de su obsesión por los 50 y sus intereses en el psicoanálisis y la meditación trascendental.
Su trabajo no es propiamente bodyhorror, pero bebe del mismo instinto de encontrarse de repente en un mundo donde las reglas dejan de aplicar y cada paso está informado por una sensación casi vomitiva de vértigo.
Es tan difícil definir a Lynch que el celebrado autor David Foster Wallace tuvo que definir el término Lyncheano para poder hablar de esas sensaciones en su recomendado ensayo Consider The Lobster«.
