Por Manuel Estévez

Un dolor real se manifiesta de muchas maneras. Nos puede paralizar, hacer más excéntricos, tener ataques de llanto. El sistema está colapsado. Duele y no hay nada que hacer más que avanzar, lo difícil es saber cómo.
En mi experiencia, los dolores del alma no desaparecen. Con el tiempo y la voluntad personal, se va apartando del centro de nuestra atención hasta que no se evidencien tanto. Mientras esto se consigue estamos perdidos. Inmersos en un limbo de sentimientos encontrados.
Benji tiene un conflicto que se manifiesta desde el primer momento y de distintas maneras durante el desarrollo de la película. Está en su mirada y en su comportamiento ciclotímico.
El actor, escritor y director Jesse Eisenberg nos presenta Un Dolor real, su segunda película como director, de la mano de su amiga Emma Stone como productora.
La premisa
Este prometedor realizador nos sumerge en el mundo de Benji y Dave, dos primos de origen judío se inscriben en un tour por la historia judía en Polonia. Como objetivo final van a conocer la casa donde vivió su abuela antes de ser llevada a un campo de concentración.
Su idea principal me recuerda mucho a Everything is Illuminated (2005). Película que ayudó a Elijah Wood a dejar atrás su personaje de Frodo. Un fracaso comercial dirigido por el actor Liev Schreiber, que no tuvo malas críticas y ganó algunos premios en su recorrido por festivales.
Benji es como un sol de primavera brillante siempre pero permite el frío intenso. Dave se ha convertido en un padre y ciudadano ejemplar al cual le cuesta dejarse llevar por las situaciones. Siempre está opacado por su vivaz primo.
El elenco
Jesse Eisenberg es reiterativo como actor. En Zombieland o Adventureland, encarna papeles donde encaja como el hombre timido, dubitativo y con TOCs. No es un caracterizador camaleónico. Hasta en su Lex Luthor es él mismo.
Este es un trabajo autobiografico escrito durante la pandemia. Reemplaza a su tía Dory por su abuela Dory. Una mujer muy importante para él que vivió hasta los 106 años.
De los ocho hijos del actor Kit Culkin tres han seguido el oficio, Macaulay, Rory y Kieran. Este último ha cosechado numerosos premios y reconocimiento por su interpretación en Succesion Acá devora la pantalla y nos lleva en esta montaña rusa de emociones e itinerancia. El matiz que imprime es impresionante. Su Globo de Oro muy bien ganado.
El diseño de los demás personajes que acompañan a los protagonistas en este viaje está muy bien conseguido. Sin ser necesariamente dominantes dentro de la historia, si reaccionan y empatizan con cada situación que se presenta.

La viuda joven que huye de una vida simplona, el sobreviviente de la masacre de Ruanda, el matrimonio sólido que va por turismo y el guía histórico que no repara más allá de los datos (se hace crítica a esto).
Es como si el público participará a través de estos personajes de la película y pudiera percibir y actuar ante los arrebatos de Benji o la pasividad de Dave.
Multimedia
La música de Chopin acompaña permanentemente la película y evidentemente nos remite a Polonia. Me recuerda la manera como Woody Allen utiliza el jazz para ubicarnos en la ciudad de Nueva York.
Podría resultar ingenuo de no ser por la precisión cómo se utiliza para complementar cada una de las escenas en las cuales aparece.
En conclusión…
A Real Pain o un Dolor real es una de las comedias más destacadas del año. Corresponde al fuerte regreso de los dramas con tintes de humor o las comedias con drama.
La sincronía del trabajo de Eisenberg y de Culkin recuerda a los viejos comediantes del Hollywood clásico. Los diálogos escritos por Eisemberg están muy bien construidos, son humanos y detonanan emociones.
El director se toma el tiempo de mostrarnos la arquitectura con planos solitarios para basar toda nuestra atención en ella. Además de la creación de bellas escenas, destaca una en un cementerio antiguo.

El humor inteligente no ha desaparecido y al contrario está de vuelta a partir de las experimentaciones del stand up comedy y el cine de lo cotidiano.
Por otra parte es un llamado inmenso a la solemnidad y respeto que debemos tener por la vida y muerte de las personas de otras epocas. Hay una escena muy dura en un campo de concentración.
Una reflexión sobre la banalidad y agobio del turismo industrial y la necesidad de conocer nuestro pasado de una manera más orgánica.
No es una road movie. Es una train movie. Nos deja sentimientos encontrados. Estreno en Colombia 23 de enero.
