Anora, la ruina de un cuento de hadas

Por Manuel Estévez

Anora es una de las películas más comentadas del año. La Palma de oro, el guión y dirección de Sean Baker (Nueva Jersey, 1971) y la actuación de Mikey Madison (LA, 1999) son lo más llamativo para el público cinéfilo.

Ani, brillantemente interpretada por Madison, es una bailarina erótica de un club de cierto estatus. Allí conoce a Vanya, quien resulta ser hijo de un potentado ruso. Empieza a sostener una relación, primero carnal y luego sentimental.

El cuento de hadas de esta muchacha clase media baja se torna en realidad al participar de fiestas lujosas, tener acceso a viajes y lujos que nunca se habría podido dar por su cuenta.

Es como si por primera vez en su vida pudiera comportarse como una joven de su edad. Un mundo convencional para otros es ajeno para ella.

Todo se complica para ellos cuando los padres del novio se enteran de lo que está sucediendo y llegan a solucionar las cosas a su estilo (ruso). Ahi la historia cambia su lenguaje y rumbo.

Es un viaje a través de las emociones. Puede ser una alocada comedia, el drama de las mujeres que se dedican al baile erótico, el poder absoluto que tiene el dinero o simplemente una historia cotidiana de dos personas asalariadas que se encuentran en la vida.

Las historias de Baker nos recuerdan al Estados Unidos profundo, pobre, deprimido y con complicadas problemáticas sociales. Florida Project, Tangerines o Red Rocket son algunos de sus trabajos más celebrados y que lo han ubicado dentro del panorama mundial del cine.

Trabajadores sexuales, estrellas porno en decadencia o niños en precarias condiciones de vida. Los sueños versus la realidad. El cambio de vida. El desmoronamiento de lo establecido. La vida en su más cruda expresión. De eso habla Sean Baker.

Es esta película cuenta con un mayor presupuesto. Es su obra más luminosa. La felicidad dura más de lo habitual. Trata de estar más del lado cómico, así sea irracional y vulgar.

Yo no sabia quién era Mickey Madison. Tardé en recordar que había representado a una miembro de la familia Manson en Érase una vez en Hollywood de Tarantino. Su actuación es impactante.

Nos conduce por todos los estados emocionales posibles. Se exige aprender a bailar como un striper, dejar su pudor atrás para interpretar explícitas escenas sexuales y manejar una jerga callejera que por momentos es desesperante.

A sus 32 años, el actor ruso Yura Borisov ha sido candidato tanto en los Globos de oro como en el Oscar por su papel como Igor. En su primera película de habla inglesa se luce con un papel matizado en el cual va desde la dureza extrema hasta la más cándida ternura.

La historia cuenta muchas cosas y al mismo tiempo no cuenta nada, algo recurrente en el trabajo de Baker. Se puede llegar a sentir intrascendente por momentos y el final, aunque poderoso, puede llegar a parecer decepcionante. Toma un tiempo prudente asimilar toda la información.

Es en la conclusión que radica la explosión emocional de Anora. La liberación de lo contenido durante todo el metraje. Esto la hace recia, implacable y hermosa a su manera.

Es el carisma de Madison y la franqueza de Baker, tanto en el guión como en la dirección, lo que logran mantener la cohesión en Anora.

Es la historia de una mujer desposeída por la vida y que ha renunciado a su juventud por salir día tras día a buscar un sustento.

Actualmente en salas de cine en Colombia.

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