«Gracias a Italia. Es un país loco pero hermoso.»
Paolo Sorrentino
Por Manuel Estévez
Una ciudad es femenina. Más allá del sustantivo. Una mujer silenciosa y prudente que observa todo a su alrededor. Poco a poco nos va probando y sintiendo pero no se inmuta ante nuestra presencia.
Hay mucho que decir de una ciudad habitada por gamberros amantes del fútbol y beligerantes por naturaleza. Al mismo tiempo límite de una hermosa bahía adornada por riscos. El contraste inevitable de la belleza y la violencia.
El director
Paolo Sorrentino tiene 54 años pero crea con la sabiduría de un anciano. La película es como un lienzo sobre el cual dibuja con el estilo de colegas de mayor edad, especialmente Giuseppe Tornatore, de quien toma esa nostalgia poética que no mira hacia el futuro con desdén.
El trabajo de Paolo es clásico. Revive planos y colores de Fellini. Narra esta historia sin pudor y va hasta las últimas exigencias del guión.
El mito
Parthenope es una sirena. Ante la imposibilidad de seducir a Ulises, escapa y llega a una playa donde se funda una villa con su nombre. Esa localidad se convierte en Nápoles.
A la sombra del infame volcán Vesubio, Nápoles es la ciudad más importante del sur de Italia. Un reino de opuestos y momentos de estudio sociológico.
Un territorio turbulento que acá se retrata con la corrupción, la mafia, la devoción católica, la superficialidad y la bendecido del paso de Maradona, que convirtió al pequeño club de la ciudad en uno competitivo.
Sorrentino nos cuenta cinco décadas de la historia de la ciudad, a manera de simil con la existencia de una bella mujer. Así nos descubre y presenta a grandes personajes que la habitaron.
El elenco
«Celeste comparte con su persona un sentimiento de soledad y nostalgia. También la certeza de que las cosas bellas algún día se acaban.»
Paolo Sorrentino

Celeste Dalla Torre (Parthenope) representa un prototipo ideal de la belleza mediterránea. Es capaz de volver loco a cualquiera con su físico e intelecto. Una gran elección por parte del director y su equipo de casting.
Parthenope está acompañada por un grupo bastante variopinto muy bien interpretado. Desarrolla un relación profunda y diferente con cada personaje.
Parthenope no teme a nadie. Reta la inteligencia de su profesor de antropología (Silvio Orlando). Se convierte en la tentación de un aspirante a Papa que cuida un tesoro sagrado (Pepe Lanzetta). Seduce por igual a los dos sexos y a ella misma. Se mueve con soltura en el circulo social que esté.
Funciona como una fría mente colmena que quiere conocer, probar y entender de una manera científica y lógica cada hecho de su vida.
Otros actores destacados son Gary Oldman como el alternativo y provocador escritor estadounidense John Cheever, Marlon Joubert, Luisa Ranieri representa a la diva napolitana renegada Greta Cool, y la destacada Stefania Sandreli como Parthenope en su edad madura.
La imagen
«La forma en que trabajo con mi director de fotografía no se basa en principios generales, sino que las ideas surgen de las localizaciones en las que rodamos.»
Paolo Sorrentino
El trabajo en fotografía de Daria D’Antonio es hermoso. No sólo por mostrar paisajes y realzar la belleza de la bahía. Nos transporta por las distintas épocas en que se desarrolla.
Acentúa la sensualidad que rodea a la narración y nos muestra a la perfección cada detalle que Sorrentino quiere que veamos y disfrutemos.
La música
La música de Lele Marchitelli es brillante. Cada pieza tiene vida propia y es identificable. No sé conecta con la narración, más bien es una recopilación sugerida para la banda sonora mental de un turista recorriendo las calles napolitanas.
La colección de canciones incluye clásicos de la música italiana. Genera el mismo efecto de la banda sonora. Incluye a Sinatra, Gino Paoli, Riccardo Cocciante, entre otros. Siempre desde la nostalgia y los adioses programados y necesarios.
En conclusión

Parthenope me recuerda mis épocas de estudiante. Por películas como esta me enamoré del cine. Me transporta al extinto cinema del centro comercial Terraza Pasteur a mediados de los 90s. El centro de Bogotá bullía, olía a café, en un momento de una relación diferente con el acto/rito de ir a un teatro.
Confluyen elementos como el erotismo pícaro, inconsecuente y desprejuiciado al estilo Tinto Brass, los planos amplios, los claroscuros, una historia arriesgada que no tácita. Nos permite identificar, aprender y admirar.
Es un homenaje y crítica al mismo tiempo a la ciudad. Reflejada en los ojos color avellana de nuestra protagonista. Nos recuerda que a Dios no le gusta el mar.
Según la película de Sorrentino, los napolitanos no están preparados para las críticas. Les cuesta asumir que el fútbol y la religión son espejismos. Que son vistos como salvajes por la gente del norte del país.
Para los espectadores puede resultar una guía turistica e histórica profunda. Una videografía sincera sobre la ciudad realizada por uno de sus más célebres hijos.
Estreno en Colombia marzo 13.
