Rock al parque 29 años, taquillazo con temas para reflexionar

Foto Gina Navarro.

Por Manuel Estévez
@Sonoadicto

27 ediciones. 29 años. 29 momentos que seguramente ha marcado la vida de muchas personas. Rock al parque es el evento gratuito más grande, no sé si del planeta, pero si es muy grande. Ha sido criticado, ha sido alabado, es una poderosa arma de propaganda política, es exitoso, no es exitoso. La edición 2023 nos deja varias cuestiones para analizar.

Vamos a analizar día por día. Un artista nacional, un artista internacional. Creo que es un ejercicio valioso en la medida en que así se pueden destacar con más tranquilidad a los shows. La jornada de metal fue mucho mejor que la del año pasado. En 2022 todos los grupos sonaban iguales, con algunas excepciones muy muy brillantes, este año sentí más proposición. Destaco por el lado internacional a la banda Konvent una agrupación danesa que mezcla doom y black metal presentan un acto denso, difícil de digerir, unos bombos que pegan en el pecho que lo aprietan. Muy sólidas en su parte musical. aparte de todo letras paganas llamativas. Las chicas no tenían ni idea de rock al parque, les dijeron van a venir a tocar acá y ellas miraron en Google se dijeron «esto es como grande». Me imagino al principio se preguntaron «¿a qué Monte nos irán a llevar?».

Por el lado nacional destaco a Info, una agrupación con un crecimiento vertiginoso y que está para tocar en cualquier festival del mundo. Este grupo conformado en 2008, presenta un espectáculo con mucha entrega física, milimétricamente organizado con luces y visuales. Además, están tocando muy bien. Los había visto el año pasado abriendo a la banda norteamericana Prong y me pareció que estaban haciendo las cosas correctamente y esta vez lo han confirmado. Para mí la mejor banda nacional de todo el festival.

Al día siguiente, el domingo, destaco a la chilena Javiera Mena. Un show muy fresco, sencillo, divertido, para esta soleada tarde. Muy bien ejecutado en la tarima Eco, la de mejor iluminación. Por lo nacional, conecté con la propuesta de Frailejón, una agrupación que recuerda el rock fusión de los 70 de artistas como Carlos Santana o Malanga. Alejandro Loaiza es el líder de esa agrupaciones que es en sí un proyecto de cantautor. Alejandro se rodea de buenos músicos que lo apoyan. Esta banda es prima hermana del Frailejón Ernesto Pérez. Ernesto Pérez era el abuelo de Alejandro y él hizo esta parte conceptual y musical para esta exitosísima serie.

En la última jornada me impresionó la cantautora poetisa, spoken word, no sé cuál será el nombre para la persona que aglutina este arte, Laura Sam. Esta murciana propone magníficamente desde el trip hop, trap, rap, adicionalmente, un mensaje directo y contundente cercano a los derechos civiles y el hecho de ser mujer. Los Árboles, la legendaria agrupación paisa, anunciaban que este fue su último concierto, vamos a ver qué pasa con ellos. Siempre míticos, no decepcionan, todo muy bien tocado, con la experiencia necesaria. Fue un honor haberlos visto.

La organización y la labor de prensa tuvo unos momentos difíciles al principio del evento. Tengo que agradecer a Yeimy Díaz, jefe de prensa del festival, que nos colaboró desde el principio. Hubo un tema con las manillas y el acceso a la zona de prensa, el problema fue que varios artistas locales se quedaron sin posibilidad de entrevista y contacto con varios medios. sin posibilidad de entrevista ni contacto.

La curaduría por parte de Héctor Mora, Rodrigo Duarte y Camila Rivas estuvo bien pensada en el rock latinoamericano. Un cierre masivo por parte de Aterciopelados, Julieta Venegas y Los Auténticos decadente. Creo que obedeció y estuvo acorde a presentar nuevos artistas y además de eso, a traer músicos que le gustan al público y que realmente mueven a la suficiente gente para llenar el Simón Bolívar. La afluencia fue muy buena. Cuando Julieta Venegas se presentó en el Bio había muchísima gente, esto le dio un respiro al evento y demostró que es un espectáculo que convoca si se maneja de la manera adecuada.

Otros artistas destacados fueron los potentes Ataque de pánico, los encalambrados Punsetes, la camaleónica LaTenaz, los experimentales de Ensamble Arsis y el delicioso soul del caleño Junior Zamora. Un momento muy especial para mi cuando Tijuana No! cerró con Spanish Bombs, el cover de The Clash, y Pobre de ti. Aterciopelados dio una nota de color con la interpretación del disco El Dorado, sonando muy muy bien y con una gran puesta en escena. Un bello regalo para el público han tenido en estos 30 años.

Hay cosas que definitivamente no han cambiado y no se han aprendido. En el tema de las zonas VIP aplaudo el nuevo sistema de ingreso con foto. Pudimos ver cómo unos jóvenes intentaron ingresar con una manilla que algún artista irresponsable les había suministrado y al no corresponder la foto con la cara, se les se le impidió entrara a VIP. Sin embargo, el número de invitados fue excesivo. Hubo momentos en que realmente no se podía trabajar ni tomar fotos ni ver los conciertos. No pudimos ver a Julieta Venegas, es algo para revisar y ver si se pueden dividir como era antes la zona de invitados de la de prensa.

La ubicación de la tarima Eco. La montaron más lejos, quizás para que no se afectaran con el ruido de la tarima Bio, pero el tercer día le subieron muchísimo al volumen y esta distancia no cambió absolutamente nada y sí nos puso a caminar bastante a la prensa y el público. Otro aspecto que hay que evaluar es el valor de los premios pues es más de una década en la cual los artistas de la convocatoria distrital cobran 4 millones y medio de pesos, que más o menos equivale a cerca de U$1000, considero que es hora de que se reajuste este premio.

Frente a la insoportable polémica de cada año de lo que es rock y lo que cabe en el festival y lo que no. Es importante anotar que el festival siempre fue pluricultural han tocado artistas como Control Machete (1997), Estilo Bajo (1997) o La Etnnia (2014), antes no había días exclusivos de ningún género, como ahora que hay un día del metal, un día del como alternativo y un día final con lo más pop y masivo. Todo iba mezclado. Estimo que hacer esa clase de reclamaciones es desconocer la historia de Rock al parque. Originalmente tocaron bandas de ska, fusión rap, reggae, metal, pop rock y el público las disfrutaba sin mayores problema.

Esta ha sido una de las ediciones más concurridas que he visto el parque Simón Bolívar. No tenemos porqué dejar de asistir, aunque lo más valioso sería que quizás el público se interesara más de ir a conocer artistas nuevos y no quedarse solo con lo conocido. Somos todos quienes hacemos crecer la escena local. Si una banda nos parece buena nuestro mejor aporte es dando likes en sus redes, siguiéndolos, incluyéndolos en nuestras playlist y asistiendo a sus conciertos. La curaduría fue buena en la medida en que atrajo gente pero creo que siguen faltando más artistas locales para que la gente escuche. 20 agrupaciones por convocatoria y dos o tres por invitación en una ciudad tan grande y variada, se hacen poco. Diría que el festival debería tener al menos la mitad de artistas de la ciudad de Bogotá y no como en este caso un 30%. Es una apreciación personal que tiene que ver directamente con las directivas e Idartes y con el rumbo que le han dado a Rock al parque. Un festival que quiero, en el cuál he aprendido mucho, he tenido grandes oportunidades como periodista y al cual le deseo larga vida. Nos vemos para los 30 años del festival al aire libre gratuito más grande de Latinoamérica.

Vea nuestras galerías de fotos por Gina Navarro.

Día 1. Sonidos extremos.

Dia 2. Música alternativa.

Día 3. Música latina, artistas masivos.

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