We Are The World. Son datos y hay que darlos

The Greatest Night In Pop es el nuevo documental de Netflix que apunta a convertirse en otra resurrección de un hecho cultural de renombre. Bao Nguyen dirige este trabajo sobre los días previos y la noche en la cual se grabó la célebre canción We Are The World con el objetivo de juntar fondos para la hambruna en Etiopia. Reunir a 40 de los artistas más famosos del mundo, vencer egos, componer, ajustar e integrar no es fácil. Tras verlo, terminé investigando al respecto y lo que está pensado como un texto burlón se convierte en esta suerte de cronica sobre las canciones benéficas de 1984 y su historia.

Por Manuel Estévez

@revistasono

El compositor y cantante Irlandés Bob Geldof es más conocido por ser el protagonista de la película The Wall de Pink Floyd y organizar eventos de caridad que por su música. Le surge la idea de grabar una canción con los artistas más exitosos en el Reino Unido para cantar en favor de las víctimas la hambruna que azotaba a África en esa temporada. En 1984 coescribe la canción Do They Know it’s Christmas? junto con el líder de la banda synthpop Ultravox, Midge Ure, quien también hace las veces de productor. Geldof reúne a una cantidad importante de artistas de primer nivel.

El resultado es una canción pop con estructura tradicional. Cuenta de los sintetizadores característicos de la época, la batería de Phil Collins y secciones largas de solos para cada artista. Una especie de villancico moderno con una letra que llama a recordar que es navidad y hay personas que no la están pasando bien. Un entorno nada pretencioso que presenta a los artistas llegando en trajes de invierno y trabajando de forma relajada en un estudio com andamios y escaleras. Vendieron 4 millones de copias.

Boy George, Duran Duran, Bono, George Michael, Spandau Ballet, Sting, entre otros, participan de esta grabación benéfica que a la postre sirve de inspiración para que los artistas norteamericanos se decidan a hacer lo propio en Estados Unidos y Canadá.

En 1989 se reversiona con un aire discotequero con la participación de Lisa Stansfield, Kylie Minogue, Jimmy Somerville y Bananarama, entre otros, bajo la batuta de los cotizados productores Stock, Aitken & Waterman. Para 2004 se graba nuevamente impulsada por Chris Martin, cantante de Coldplay. Dentro del importante grupo de artistas, destaca Karen Woodward (Bananarama), quien aparece en las tres versiones.

Volviendo a Estados Unidos, Harry Belafonte ve lo de los ingleses y se lo comenta a Ken Kragen, su manager. Este contacta a Michael Jackson, Lionel Richie y Quincy Jones, quienes acceden. No pueden contar con Stevie Wonder por problemas de agenda y componen ellos la canción. Para mí yo de hoy su letra es melosa, camandulera y obvia (Algo que Bob Dylan comenta años después). Estructuralmente imita lo que había hecho Midge Ure pero con un sonido más dirigido al soul. Lo más interesante de la canción, en mi concepto, es el interludio en el cual cantan Huey Lewis y Cindy Lauper y genera un contraste muy necesario.

La canción se convierte en un éxito inmediato y vende 800,000 copias en un tiempo récord. The Greatest Night In Pop recopila los días previos a la grabación, la reunión de los artistas la noche de los American Music Awards, echan al agua a los que no quisieron ir, cuentan qué comieron esa noche y cómo fue estar hasta las 4 de la mañana grabando. Detrás de esto se esconden muchas historias, revelaciones y una serie de anécdotas que pueden ser interesantes.

Bob Dylan estuvo preocupado por no dar la talla vocalmente en medio de estos grandes cantantes. Stevie Wonder fue quién lo guió para encontrar la manera de interpretar acorde a su estilo. El simbolo del folk rock estadounidense, la poesía y premio Nobel en literatura, no es un buen cantante.

Mi admirado Prince, no asiste por que no le gusta la canción y tampoco se siente a gusto de grabar una composición de su rival Michael Jackson. Luego exige trabajar aislado en un estudio para incluir un solo de guitarra. Es desestimado, no sin antes ponerle un anzuelo más invitando a sumarse a Sheila E, de quien estaba enamorado el artista. Varias canciones suyas son incluidas en el álbum que se presenta posteriormente.

Dione Warwick admite en su entrevista la falsa camaradería durante la grabación de We Are The World. Al principio hay muchas distancias, celos y ego entre los artistas. Que literalmente son un montón de estrellitas acostumbradas al protagonismo y altamente dependientes de sus managers. Estan solos, con rivales potenciales y esperando cómo brillar por sobre los demás. De forma gradual se va rompiendo el hielo gracias al cansancio, el afán de terminar y una ingenua solicitud de un autógrafo de un artista a otro.

De todos participantes destaca la genuina alegría y peso musical de Ray Charles. Su piano y voz se sienten como un chorro de entusiasmo, ese que no se nota en algunos de los interpretes a quienes se les observa cansados y tratando de estar sonrientes.

De esta versión original han fallecido Kenny Rogers, Harry Belafonte, Ken Kragen, Ray Charles, James Ingram, Al Jerreau, Anita Pointer, Michael Jackson, June Pointer, Tina Turner y Kenny Loggins.

En 2013 muere el recordado Lucho Gatica, la voz chilena del romance desde la década de los años 50s. Su sobrino Humberto Gatica trabaja como ingeniero de grabación en We Are The World esa noche de 1984. Ocho Grammy anglo y cinco latinos avalan una carrera de sonidista y productor para artistas como Celine Dion, Michael Jackson, Alejandro Sanz, La Ley y Michael Bubble, entre otros.

No sé a quién se le ocurre invitar a Dan Aykroyd y la verdad no lo tengo referenciado en mi memoria. El actor cómico viene de hacer giras con los Blues Brothers pero jamás noto antes su presencia. El actor canadiense ha participado en varias campañas benéficas.

Si We Are The World tiene a Dan Aykroyd, Tears Are Not Enough a John Candy. Bryan Adams, Geddy Lee (Rush), Paul Anka, Neil Young, Ronnie Hawkins (The Band), Mike Reno (Loverboy) y Jane Siberry, recordada por la canción final de la pelicula El Cuervo, son algunos de los invitados. Se presenta el 13 de junio de 1985.

Y si We Are The World tiene a Dan Aykroyd, Tears Are Not Enough a John Candy, Cantaré Cantarás a Cantinflas. Versión latina, publicada en marzo del 85. Escrita por Albert Hammond, el papá del guitarrista de The Strokes. Greg Phillinganes (Michael Jackson, Stevie Wonder, Lionel Richie), toca los teclados en las dos grabaciones y Nathan East, prestigioso bajista de la banda de Eric Clapton, graba en esta versión.

La letra de la canción es menos melosa que We Are The World aunque está calcada en su estructura original. Como niño tercermundista flipo al ver a Claudia de Colombia en ese recinto, así aparezca un segundo. El video resulta incómodo porque hay una especie de tensión sexual todo el tiempo en el aire. La alegría y camaradería falsas que demuestran los artistas parece otra cosa.

El 26 de mayo de 1986, los dioses del metal lanzan su canción benéfica. Stars, una idea y composición del bajista Jimmy Bain (Dio) y el guitarrista Vivian Campbell (White Snakes, Def Leppard). Vocalistas como Ronnie James Dio, Geoff Tate, Rob Halford, Vince Neil, entre otros. Guitarristas como Adrian Smith, Neil Schon o Malmsteen, acompañados por músicos de la banda de Dio. El resultado, testosterona pura y un tema heavy normalito. Eso sí con media hora de solos de guitarra.

25 años después de la original se regrabó We Are The World en una campaña para ayudar a Haití después del terremoto. El resultado, incierto. Grandes cantantes como Celine Dion, Pink, Jenniffer Hudson, una inmadura pero segura Miley Cyrus, pero de ahí para allá muy complicado. Muchos artistas con autotune, Wiclef Jean desafinado y gutural, un interludio para que los raperos hicieran su show, Justin Bieber haciendo la parte de Lionel Richie y en sí un espectáculo bastante vergonzoso. Seguro la intención de Quincy Jones es buena, actualizar la canción. Lastimosamente esto conlleva un montón de errores propios de estas épocas.

Y como esas cosas son contagiosas la comunidad artística latina decide hacer su versión en español. Canta Paquita la del Barrio, una señora que lleva años cantando Rata de dos patas no me va a convencer de una campaña benéfica. La verdad es desastrosa. Se reconocen muy buenas voces como la de Cristian Castro, El Puma, Gloria Estefan, Vicente Fernández, entre otras. Pero en general suena cursi y no está a la altura en concepto y manejo de los talentos vocales de los artistas que la de 1985.

No todo es color de rosa, unicornios y arcoiris. Varios meses después de las canciones, Geldof organiza los conciertos Live Aid en 1986 y estalla un escándalo unos días después por unas fotos. Sus vínculos con el dictador etiope Mengistu Haile Mariam, causante de la hambruna tras lanzar napalm sobre las cosechas en medio de la guerra civil y reconocido violador de los DH. El británico le entrega parte de lo recolectado en los shows y lleva comida a Addis Abeba, desoyendo las recomendaciones de Médicos sin fronteras.

Según Robert Keating, periodista de la revista SPIN, muchos de estos recursos fueron invertidos en la guerra y se pierde una cantidad importante de las provisiones por falta de Infraestructura para su transporte. No sucede nada y las denuncias terminan siendo olvidadas. En una entrevista reciente, Geldof admite que odia ser conocido como un benefactor y no como un artista. Sus actividades sepultan su carrera y matrimonio y termina muy golpeado en lo económico.

Ocho millones de copias, 2 grammys, un álbum sacado de la chistera y 40 años después, el mito alrededor de esa noche continúa siendo recordado. La nostalgia nos esclaviza y nos mantiene atrapados en la idea, creo errada, de que todo tiempo pasado fue mejor. Una canción hecha a la carrera y llena de lugares comunes junta a algunos de los mejores vocalistas de la historia norteamericana. Carreras revividas y otras consolidadas. Artistas que hasta el día de hoy lamentan no haber querido ir. La estatura humana y musical de Stevie Wonder.

El documental tiene una narración básica con entrevistas, algunas con personajes ya fallecidos, imágenes de apoyo inéditas y el deseo de enfatizar en todo lo bueno, anecdótico y único que ocurre en torno a We Are The World.

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