Napoleón, el emperador sin modales

Por Manuel Estévez
@Sonoadicto

Los parajes fangosos, la fotografía azul gris plomo o el gore no tan explícito, son elementos comunes en el cine de Ridley Scott. Esto no lo descalifica. Siempre ha dado muestras de autor polifacético, progresista y narrador de la desesperanza con películas como Blade Runner, Thelma y Louis o Black Hawk Down, con la cual construyó un lenguaje cinematográfico al cine de guerra moderno. Ha sido copiado, casi al pie de la letra, por directores como George Lucas o Michael Bay.

Scott tiene mucho oficio para filmar películas de época. Su primera producción Los Duelistas se desarrolla en la misma época de Napoleón. Después la premiada Gladiador y luego dos joyas que son muy buenas pero pasaron un tanto desapercibidas: el Reino del Cielo (Orlando Bloom, Eva Green y Liam Neeson) y la maravillosa el Último duelo (Jodie Comer, Matt Damon y Adam Driver) del año antepasado en el cual sacó dos películas pero equivocadamente le apostó a promover la Casa Gucci, sin embargo, entiendo que tiene tan estructurada la fórmula que parece que hiciera la misma película.

Soy admirador de Joaquín Phoenix. Acá está bastante repetido. Es una mezcla infantil del emperador romano Comodo de Gladiador (2000) que ya había hecho con Ridley con la risa del Joker. Resulta interesante el enfoque que le da a su personaje, pero luce torpe en su interpretación. Siempre nos han pintado Napoleón como en Condorito, con el sombrero de lado y ojos de loco. En la película es más bien un tipo de modales limitados, gran táctica militar, curiosidad intelectual y con un humor poco refinado pero ágil. Nunca fue un orate. Un detalle de mal gusto fue presentarlo como un eyaculador precoz que escribía poéticas y legendarias cartas de amor a Josefina.

Espacio aparte merece Vannesa Kirby, nominada al Premio Oscar en 2021. Un papel serio, una actuación estructurada, qué supera y hunde a Joaquín Phoenix. En algunas líneas se observa una cierta química entre los dos pero ella siempre luce superior. Siendo menos experimentada que Phoenix luce más aplomada.

Añadir algo más sobre los demás actores es imposible. No existen. Hay muy poca profundidad en el resto de personajes de la narración. Van vienen y nunca se detiene la atención particularmente sobre ellos, su historia o su narrativa. Son un montón de pelucones genéricos que no son importantes.

Está musicalizada de tal manera que nos transportan de forma correcta a la época. Sonido clásico y piezas populares francesas. Bajo la responsabilidad del experimentado músico británico Martín Phipps, especializado en cine y tv. Janty Yates, colaboradora habitual de Scott, presenta un trabajo destacado en el departamento de vestuario y podría salvar a la producción de irse en blanco en los premios Oscar.

Luego de esta película nos quedan claras dos cosas: hasta dónde puede llevar una mujer a un hombre así sea el más poderoso del mundo y el ego de Scott no se aguanta un comentario negativo. Contestó mal a los historiadores que le reprocharon su falta de exactitud histórica y a la prensa. Dijo los franceses no les gustaban ni ellos mismos.

Napoleón es una película épica con pasajes interesantes dado el punto de vista que se enfoca sobre la vida de Napoleón Bonaparte. Su dicharachero humor, sus batallas y su amor. Una dualidad napoleónica. Uno que deseaba el poder y otro que que quería simplemente transitar por la vida. La influencia grande de Josefina con sus amores e infidelidades. Una película estéticamente muy bien lograda (vestuario, maquillaje, fotografía). Un Joaquín Phoenix para el olvido. Una Vanessa Kirby opacada. Un punto de vista interesante y miserable al mismo tiempo sobre un personaje histórico. Un Ridley Scott que a sus 86 años sigue trabajando duro. A veces acierta y a veces no. Es un mortal… con pocos modales.

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