Artistas colombianos y grandes festivales

Por Manuel Estévez

@RevistaSono

Menos no es más, quizás en un trasteo o en la música minimalista puede funcionar. Preocupa la poca participación de artistas locales en los eventos masivos. En los privados se ve como algo aceptable, son actividades con ánimo de lucro donde lo más importante es la activación de marca, las ventas móviles y las cifras. Así que unos cuántos locales amateur están perfectos. En los públicos no.

No conocía a ninguno de los nuevos artistas colombianos presentes en el Estéreo Picnic. En su mayoría son solistas que ven este espacio como una gran vitrina y se someten a las condiciones que la organización les facilita. Estoy seguro que Fruko si no toca una semicorchea sin que le paguen.

Los artistas independientes emergentes medianos desaparecieron del evento. Es incómodo para la cultura local, porque así el alcalde Carlos Fernando Galán tenga razón en que aporta dinero a la ciudad, desconoce el trabajo de agrupaciones más experimentadas y es participe de su estancamiento. Una cosa es ver la industria en términos económicos y otra, verla de forma mixta en dinero y capital cultural.

Más preocupa que Rock al parque no brinde la importancia y el espacio necesario para que los artistas distritales, beneficiarios originales de la propuesta, puedan mostrar su arte. La polémica no pasa por cumbia, metal o fusión, pasa por escasas propuestas, algunas de calidad regular, de las cuáles muchas tocan en horarios tempraneros donde nadie las ve.

En el horario estelar del sábado, cuando quienes no asistimos a Estéreo Picnic nos preparábamos para ver a Placebo por TV. Hubo un tema, según chismes, de prohibición por parte de la banda británica de los derechos de transmisión. Entonces Canal Capital nos presenta, sin mayor explicación, una entrevista con el alcalde Galán. El funcionario, que no solo presta el parque Simón Bolivar, sino también el canal, las redes y varios recursos distritales, muestra su absoluta complacencia con los promotores privados y la inyección económica a la ciudad. Una cercanía que compromete la independencia de uno y otro sector.

Los festivales distritales han sido el punto de partida de artistas internacionales como La 33, La Etnnia, 1280 Almas, Aterciopelados, Neurosis, La Derecha, y muchos más. Ultrageno, Marlohabil, Diva Gash, Policarpa y sus viciosas, Estilo Bajo, entre muchos más, crecieron con el evento y se profesionalizaron. Y esto solo hablando de músicos, porque muchos periodistas, técnicos, sonidistas, managers y demás crecimos y aprendimos sobre el campo en estos eventos públicos.

Esto no es un jalón de oreja, no busco dañarle el caminado a nadie, eso le queda mejor a otros. Simplemente busco destacar y rescatar la importancia de la formación de públicos, el apoyo a la creación artística y la importancia del capital cultural que a largo plazo puede ser más importante que el mero billete. Incipiente o no, la industria musical colombiana y su buen nombre deben mucho a esta gente que sentó las bases, así fueran teguas y no lo hicieran bien desde el principio.

El modelo público y privado deben ir por separado. Es sano para ambas partes y una demostración de transparencia. No solo de neoliberalismo vive el hombre.

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