Por Manuel Estévez

«No importa lo que suceda el ánimo mantendré...»

He sido muy poco fiel a la series, ahora lo soy menos. Pero en los noventas fui cautivado por el universo de Dragon Ball. Tenía muchos elementos que me gustaban, la música, el humor, la fraternidad y la figura de unos personajes que en mayor o menor medida se esforzaban de acuerdo a sus posibilidades por triunfar y hacer justicia.

Personalmente prefería la historia original cuando Gokú, su protagonista era pequeño y estaba aprendiendo sobre los valores y la moral. El poder y la bondad de este niño arrastraban a que sus enemigos se convirtieran en sus aliados. Luego, en Dragon Ball Z, se gestaron épicas batallas contra enemigos de la paz y el universo, que a pesar de ser tan largas, lograban llamar la atención de todo el público. Dragon Ball GT fue una caricatura de la caricatura y recuerdo cómo lloré el día que serie de acabó. Me llenó de nostalgia ver a Gokú emprender su viaje final junto a Shen Long y despedirse de todos sus amigos.

Mi personaje favorito fue Pícoro, un orgulloso guerrero, que gracias a su sabiduría y poder, se convirtió en el guía espiritual de los otros personajes. Después puedo citar a Ten Shin Ham, el monje de los tres ojos; el pequeño Krilin, el mejor amigo de Gokú; el gruñón príncipe Vegeta y su deseo truncado por ser el más poderoso y Ub, reencarnación humana de Bu, quizá el humano más poderoso de la serie. Estéticamente, me gustaban el maligno Cell, un androide biomecánico que reunía los poderes de todos los guerreros y Freezer en su última transformación. Dos poderosos oponentes para este grupo de campeones de las artes marciales.

Cuando Akira Toriyama creó la serie en los 80, nunca se esforzó mucho en los nombres de los personajes. Casi todos tienen nombre de comida o de vegetales. Esto en la medida en que el humor era un hilo conductor importante en la serie. El morboso maestro Rochi o el cerdo Puar, eran personajes hilarantes. El personaje de Gokú está basado en el Dios mono, un ser mítico que usaba un báculo, tenía cola y era maestro en el combate.

Seguramente muchos intentamos transformarnos en Súper Sayayines, soñamos con enfrentar a enemigos poderosos y volar en aras de la justicia. Contagiados por la risa y energía de Gokú. Dragon Ball es una historia de superación y de lucha. Plasma como cada de nosotros podemos superarnos día si tras día si somos constantes. Luego de numerosos películas paralelas, y algunas versiones dudosas representadas por actores, llega a los cines, primera película estrenada en este formato, La Batalla de los dioses. Sucesora de ‘El camino hacia el poder’, lanzada en 1996. Ahora el grito de Kame Hame Haa¡, retumbará en los grandes parlantes de una sala de cine.